domingo, 25 de enero de 2015

Capítulo 4.



Me pongo tenso. Gonzalo tiene el ceño fruncido y no a saltado a decir nada al respecto, ningún comentario estúpido de su parte, y eso es lo que me preocupa.
Al entrar al despacho quiero romper todo lo que este ante mi camino al ver a Luisana Requena en mi silla. ¿Qué coño hace esta aquí?
—¿Se puede saber qué estás haciendo aquí?—Le pregunto cortante.
—Santos, mi amor...—Dice con una sonrisa en el rostro mientras camina hacia mi.—Te extrañé tanto.—Se acerca a mi más de lo necesario, yo me alejo de ella bruscamente. 
—No me interesa, te hice una pregunta ¿Qué demonios haces aquí?—Maldición, no quiero saber como se pondrá cierta castaña de ojos azules al ver aquí a Luisana. 
—Tu padre me mandó, dice que los necesita aya en casa, dijo que yo podría convencerte.

MI-ER-DA.
—Pues que equivocado está. Luisana, lamento que te hayan echo venir aquí a perder el tiempo, pero no me iré.—Digo sentándome donde anteriormente estaba ella. 
—Pero Santos..., ¿Qué puedes tu ver en este pueblo? Mi amor, vayámonos a la civilización.—Toma asiento en frente de mi mientra habla.
—No. Tomé una decisión. Me quedo aquí. Y si tanto odias este lugar, puedes irte mañana por la mañana.
—Santos, no me quiero ir..., quiero estar contigo.—Sonrió coqueta. Se levantó y se sentó en mis piernas. Me tensé
—Recuerda todas las noches juntos. Mi amor, por favor..., no tienes nada aquí. Solo esta hacienda. Véndela, vayámonos a París.
La levante bruscamente. Y con ella me levanté yo, me encaminé hacia la puerta pero antes dije. 
—Las puertas de mi casa están abiertas. No me iré Luisana, ve diciéndoselo a mi padre.—Y Salí dando un portazo.
Los tres mosqueteros se levantaron mirándome serios. Antes de que empezaran hablar les hice una señal para que esperaran. Luisana salio y chocó conmigo, no me moví, estaba esperando su siguiente movimiento.
—Me quedaré.—Susurró.
—En ese caso, Casilda pondrá a tu disposición una habitación.
Se retiró en busca de Casilda. No pude resistir un gruñido, aunque no me gustara su presencia no la podía sacar a rastra de mi casa, no era tan cabrón. Ahora la peor parte..., esperar la charla de estos tres.
—¿Cuando se lo vas a decir a Bárbara?—Preguntó Felix sin ningún miramiento.
—¿Cuando le vas a decir a Luisana de Bárbara?—Dijo Antonio.
—¿Qué comeremos hoy?—Preguntó Gonzalo. Haciendo que yo soltará una carcajada por el estúpido comentario.
—Haber, para empezar..., ¡Esto es un puto desastre!—Grité.—¿Como creen que reaccionen?—Les pregunté caminando hacia el bar y sirviéndome una copa.
—Bueno, Luisana se va a volver histérica..., y Bárbara, ave maría.—Dijo Gonzalo. 
—Iré hacer las maletas—Dijo Felix caminando nervioso por el sitio.—No quiero estar aquí cuando arda troya.—Dijo sentándose finalmente.
—Pero maldición, Santos, solo a ti se te ocurre dejar que esa mujer se quede aquí...
—Si se lo que es, pero sencillamente yo no puedo sacarla...
—Tu no pero yo si.—Se escuchó decir a Bárbara entrando con cara de pocos amigos. 
Jooder.
¿Qué hace ella aquí? Creía que estaba en el Miedo. Gonzalo, Antonio y Felix la ven impactados, hasta yo la veo con la boca abierta. Trago el nudo que tengo en la garganta. La que se me avecina. 
—Bárbara, amor pasa al despacho.—Le suplico.
—Y una chota el despacho. ¿Cuando me pensabas que dormías con otra? ¿O es que ella era tu novia en la capital y aquí te acostabas conmigo? ¿O cuantas más te acostabas Santos Luzardo?—Gritaba fuera de si. 
¿¡QUÉ!? 
—No te consiento que digas cosas que no son. Pasa al despacho.—Ahora era una orden.
—No voy a entras. Mejor me voy, olvídate de mi.—Y corre hasta la salida. 
No, no joder.
Salgo tras ella y la alcanzo cuando casi se monta en el caballo. 
—No, no te vas.
—¡Suéltame!—Grita y patalea. La ignoro y la cargo, me la monto en el hombro con facilidad y camino hasta el despacho. Ignoro las miradas de todos, hasta la pobre Casilda salio a presenciar el espectáculo. Gracias a Dios ni un rastro de Luisana.
La bajo a llegar a despacho, y quedo viendo estrellas al sentir la mano de Bárbara en mi mejilla. Menudo guantazo el que me ha dado. Me llevo la mano a la mejilla y intento sobarla.

—¡Bárbara!—Le grito.
—Pero serás imbécil. ¿¡Qué te crees!? Santos como no abras la maldita puerta y me dejes ir...
—¿¡Qué!? ¿Qué vas a ser? ¿Me vas a pegar otra vez?—Ojala que no, por que vaya manita la que tiene.
—Si, te mereces más que eso.—Me dice, en sus ojos puedo ver odio, dolor, decepción.
—Bárbara por favor, no es lo que piensas..., déjame explicarte.—Trato de acercarme a ella pero ella se aleja y pone el escritorio entre los dos. 
—Hipócrita, eso es lo que eres, tu poniéndote celoso de Asdrubal y yo no tengo el derecho de enfadarme por que en tu casa duerma una boba niña nice. Hipócrita, creí que eras diferente. 
Escuchar eso me encoleriza más, que ella nombre a el idiota de su ex. 
—Maldita sea mujer déjame explicarte. 
—¿¡Qué me vas a explicar!? Todo esta claro.
Salgo del despacho y paso llave, oigo como aquella fiera grita y patea la puerta pero no me importa, voy por algo...
Cuando tengo lo que fui a buscar entro en el despacho y veo papeles regado por el suelo y Bárbara roja de la ira. 
—¿¡Por qué coño haces eso!?—Grita.


En un rápido movimiento sostengo sus manos y las ato con la soga que busque ante la cara de incredulidad de ella, luego tomo la cinta adhesiva y le tapo la boca, aun así la escucho pero son murmullos, aunque si entiendo algunos insulto como ''Maldito'' ''Infeliz''  ''Púdrete''  Entre otros...
—Quédate quieta, mi fiera.—La siento en mi silla y yo me siento en el escritorio, en parte me parece gracioso verla así.—Luisana, no fue mi novia..., fue más bien un rollito.—Me encojo de hombros.—Mi padre la mando para que me convenciera de regresar a la capital, pero dime tu ¿Como regreso yo, si estoy enamorado de ti?—Le digo mientras veo como su respiración se normaliza.—Jamás sentí por una mujer lo que yo siento por ti, Bárbara. Te amo.—Bárbara me mira con sus ojos cristalinos que atraviesan mi alma, se levanta y engancha sus brazos al rededor de mi cuello, yo con cuidado le quito la cinta de la boca. 
—Eres un imbécil.—Susurro.—Pero así de imbécil te amo.—Me dijo al tiempo que me besaba. 


—Jamás te haría daño, Bárbara. Nunca te engañaría.—La mire tratando de que esas palabras se tatuaran en su mente y nunca las olvidase.
—Desatame.—Dijo enseñándome sus muñecas. Lo hice, le sobe donde anteriormente tenía las cuerdas y bese justo ahí. Cuando me pareció que iba a decir algo la puerta se abrió de un golpe dando paso a Luisana que venía histeria.
—Santos, amor escuche gritos ¿estás bien?—Gritó sin fijarse en Bárbara.
—Si, Luisana estamos bien.—Dije tomando a Bárbara de la cintura que veía aquella pelirroja con odio. Luisana la miraba igual.
—¿Y usted quien es?—Le pregunto Luisana descortés.
—Yo, mi amor pues soy...
—Ella es mi novia.—La corte antes de que dijera algo inapropiado y se armara otra discusión más.
—¿¡Qué!?—Grito está mirándome matadoramente.
Si las miradas matases...



—Reina, si no escuchaste dijo que soy su novia.—Dijo tomándome del brazo posesivamente. 
—Santos, dime que no es verdad..., mi amor tu tienes que estar con alguien como yo..., mírame.
—¿Toda plástico? ¿Con eso debería estar Santos?—Responde tajante la otra.
—Mire señora usted a mi no me habla así. Santos debería estar con una mujer civilizada no como una adaptada como usted.
—¡BASTA YA! ¡Las dos!—Les grito. Ambas me miran sorprendidas, bueno todos lo hacen, ya que ahora están en el despacho.—¿Se quieren comportar como niñas pequeñas? Pues serán tratadas como tal.
Ambas me miran en silencio, no hasta que Bárbara sale por el despacho quitando del camino a Felix que trata de detenerla, otra vez voy tras ella, haciendo caso omiso a los grito de Luisana, me importa más Bárbara. Se monta en el caballo y sale disparada, yo hago lo mismo. Se detiene un rato después en la sabana, yo llegó hasta ella y me interpongo en su caballo.
—Eres peor que un grano en el culo.—Ironiza.
—Amor...
—No estoy enojada, al menos no contigo. Santos, cuando enojada es mejor que me dejes sola, sino quieres salir con una mala respuesta de mi parte.—Me corta. 
Hoy conocí una nueva faceta de Bárbara. Son como cien, si algún día escribo un libro sobre ella lo nombraría. Cien facetas de Bárbara. De Doña Bárbara. Porque vaya fiera la que lleva dentro.
—Vamos al Miedo.—Le ofrezco. Ella asiente.
Media hora después estamos entrando de la mano al Miedo.
—Quiero que conozcas a alguien.—Dice y la mirada se le ilumina. Me lleva hasta la cocina. —Eustaquia, ¿Puedes venir?—Le grito a alguien.
Una mujer menor apareció de la puerta trasera, morena ojos oscuros y pelo largo y negro.

Recuerdo lo que Bárbara me dijo una vez, ella era la mujer que la crió, la que era como una madre para ella. Me pongo nervioso ¿Y si no me aceptaba?
—¿Qué pasa Bárbarita?—Pregunto cariñosamente.
—Quiero que conozcas a Santos Luzardo.—Bárbara me señala. Eustaquia se sorprende y como si me conociera hace años me abraza.
—Al fin tengo el placer de conocerlo Doctor.—Me dice.
—Igualmente, hace tiempo deseaba conocer a la familia de Bárbara.—Y era verdad, pues de personas cercanas a ella solo conozco a Asdrubal...
—Mi muchacha me a contado muchas cosas sobre usted.—Me dice cómplice y yo me quedo asombrado y con curiosidad.
—Buenas espero...
—Excelentes.—Dice sonriendo. 
Yo miro atento a Bárbara que se encoge de hombros y dice.
—Después de tanta insistencia por saber que era lo que yo hacia tanto en Altamira tuve que decirle que aya había un hombre cascarrabias que me traía loca.—Dijo sonriendo, los tres reímos. 
—¿Ya comieron?—Pregunta Casilda. 
—No.—Respondo. 
—Yo no tengo hambre...—Dice Bárbara pero Eustaquia la corta.
—Conociéndote no habrás comido nada, y te recuerdo muchachita que no desayunaste. 
Yo la miro con el ceño fruncido, no me gustaba que Bárbara no comiera. 
—Pero...
—Sin peros. Eustaquia sirvale un buen plato, Bárbara va a desayunar y almorzar.
—¡No puede ser!—Hizo pucheros y a mi me pareció la cosa más tierna.
Eustaquia me sonríe parece que me la he ganado ¡Bien! 
Obligo a Bárbara a comer, le digo que si no lo hace por las buenas le haré el avióncito, ella rápidamente come. 
Es increíble que en menos de un mes esta pequeña mujer me haya revuelto el mundo cambiando todo a su paso, me enamoré perdidamente de ella. 
—Santos...—Me dice Bárbara. Me temo que no fue la primera vez que me llama.
—¿Qué pasa?—Ella se ríe divertida.
—Estabas en otro mundo; Te estaba diciendo que quiero que vengas a mi cuarto—Susurra
Me levanto de un salto, y ella sigue riendo, me toma de la mano y nos encaminamos hasta su cuarto, me gusta lo que veo, es grande decorado con colores neutros, me gusta...


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—No quiero que te vayas.—Me dice recostada a mi pecho. Se perfectamente porque no quiere que me vaya. Luisana.
—Bárbara...
—¿Sabes? En el pueblo hay un hotel...¡Yo lo pago! no hay problema.—Yo me río. 
—Amor, por favor... tienes que comprender que aunque este en Altamira con Luisana mis pensamientos estarán contigo.—Le beso la nariz. 
—No me fío de ella.—Dice.
—Lo sé. Eres mi vida ¿Sabes?—Susurro. 
—Y tu la mía.—Se abraza más fuerte. 
Poco a poco mis ojos se van cerrando hasta que me dejo llevar y finalmente me duermo.



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A la mañana siguiente después de haber desayunado con Bárbara fui al pueblo a comprar unas cosas, estaba distraído hablando con los peones que no sentí que alguien se acercaba por detrás, le termine de dar las ordenes a los muchachos y se fueron. 
—Las malas lenguas dicen que tienes viviendo a otra mujer bajo tu techo.—Se escuchó la odiosa voz de Asdrubal.—¿La engañabas a ella con Bárbara? Y tan  Santo que te veías.—Ríe. Y yo tengo que controlarme para no partirle la cara.
—Por que no mejor te vas.—Le digo con los dientes apretado—¿No tienes nada mejor que hacer?
—No. Y tu porque no mejor la dejas en paz. Bárbara es mía. Siempre lo ha sido, siempre lo será. Amigo, date por vencido.
—Amigo, vete a la mierda.—Le digo apretando los puños. 
—Se cansará de ti, te va utilizar... y luego vendrá conmigo. Acéptalo Santos, es mucha mujer para ti.
Sin pensarlo dos veces estampo mi puño en su cara, que lo hace caer al suelo, pero se recupera rápido y se lanza contra mi, estamos golpeándonos hasta sangrar.
—Bárbara, no es tuya... ahora es mi mujer.—Le golpeo gusto en el centro de la nariz.
—No es tuya, es mía siempre será así.—Grita.—No te ama, te hace creer que es así, pero mientras lo hacen piensa en mi.—Dice burlón. Mi furia ahora es mayor quiero destrozarlo.—Ni siquiera eres capaz de satisfacer sus deseos en la cama. Eres poco hombre.

—¡Santos!—Reconozco la voz de mi hermano. Varios de los peones no vienen a despegar aunque nos resistimos logran separarnos. Tenemos la ropa manchada en sangre y barro, Asdrubal tiene la nariz rota y un pómulo hinchado. Yo estoy igual pero tengo una ceja rota, ya que el imbécil me dio con un anillo.
—Compórtense.—Grito Gonzalo aguantándolo. 
Mi hermano me lleva a rastras con Antonio a la camioneta mientras Gonzalo contenía a Asdrubal. Cuando estábamos los cuatro en la camioneta empezaron a hablar. 
—Eres un caso serio, Santos. ¿Como se te ocurre agarrarte a golpes con ese infeliz?—Dijo Gonzalo. 
—Mira nada más como te dejo.—Dijo Felix mientras conducía.—Aunque no es que el otro quedara mejor. 
—Tu vives chingando una tras de otra. Cuando Bárbara se entere te va a venir a reclamar.—Dijo Antonio.
—Dios, viste como se puso ayer. Doña Bárbara.—Dijo Gonzalo.
—Y razón tenía.—Dijo Felix—Digo yo estando en su lugar hubiera estado peor.
—Nenazas se pueden callar.—Digo entre dientes.
—NO.—Gritaron los tres.




Al llegar a la casa ya estoy cansado de escucharlos, los tres se encierran en sus habitaciones y me dejan solo >Por fin< En la sala. Cuando me siento Luisana que viene bajando las escaleras al verme corre hacia mi preocupada.
—¡Santos!—Grita. ¿Estás bien?—Me mira preocupada.—¿Quien te hizo esto, mi amor?
—Luisana, no me llames mi amor..., y estoy bien gracias por preguntar. Quiero estar solo.
—Deja buscar algo para limpiarte.
—No, estoy bien.—La corto.
Antes que pueda decir algo más Bárbara viene como un ciclón hacía mi. 
—Eres el mayor de los idiotas, por no decir algo peor.—Grita y al ver a Luisana sigue gritando.—¡Fuera!—Ella asustada lo hace.


4 comentarios:

  1. Buen cap quiero el otro ya jajajaja. Con bárbara así de rabiosa hasta yo salgo. Las cien faceta de bárbara bueno eso. Me encanta

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  2. Buen cap quiero el otro ya jajajaja. Con bárbara así de rabiosa hasta yo salgo. Las cien faceta de bárbara bueno eso. Me encanta

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  3. Jajajaj lindo cap!.. Y el padre de Barbie no está en el miedo?

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