martes, 13 de enero de 2015

Capítulo 2.


Nunca había creído en el amor, pensé que solo era cosas de películas. Ahora me encuentro en esta extraña situación con esta mujer hermosa.
Veo como se viste, no hemos dicho ninguna palabra desde que...pasó. 
Estoy nervioso, de repente siento miedo de que se vaya. De que mi instinto animal la haya alejado. 
—Bárbara.—Susurró. No se que exactamente decir. 
—No sé que exactamente me preocupa...,que me haya acostado con un extraño o que exista la posibilidad de quedar embarazada.
—Quisiera cambiar eso de extraño. Y si llegaras a quedar embarazada, ten mi palabra de que no quedaran ninguno de los dos desprotegidos.
Si hubiera sido cualquier otra mujer le hubiera dicho cualquiera barbaridad, pero con ella...,no puedo.
—El problema no es que no te hagas responsable, es que yo no quiero. Si tiene que pasar será pero que sepas que no estoy preparada. 
—Tranquila, nunca estarás sola.
Ella ríe pero es una risa sin humor, irónica.
—¿Y ahora de que te ríes?
—Siempre he estado sola.—Se sienta y pierde la mirada entre la poza. 
—Puedes contar conmigo. Te vi hoy en el pueblo, recién llego y tu eres lo primero que veo..., estabas con un hombre...
—Mi padre.
—¿El te deja sola o te hace sentir sola?—Le pregunto mientras tomo asiento a su lado.
—Mi madre murió cuando yo nací, él es hombre..., lo entiendo ¿Qué sabia el de cuidar a una bebé? Gracias a Dios estaba Eustaquia, una india..., me crió y yo la veo como una madre, me la pasaba de pueblo en pueblo con ''Mister Guaimarán''. No tenía amigos, a menos que las botellas de ron cuenten.—Sonríe, y yo la escucho con atención.
—Te entiendo. A mi me pasa casi igual, mi padre antes era el mejor, puedo llegar a decir que mi ídolo, pero...
—Pero...—Ríe y yo con con ella.
—Pero, al llegar a la capital todo cambió. Ya no era el mismo, todo era negocios, y más negocios. 
Ella coloca su cabeza en mi hombro y entrelaza nuestros dedos, ambos miramos detenidamente nuestras manos unidas.
—Ven a mi hacienda.—Digo de pronto. Okey, ahora me quiero dar un tiro.
—De acuerdo.
Estoy feliz de que haya dicho que si.
La ayudo inútilmente a montar en su caballo, creo que es más que experta en esto.
—Señor Luzardo, una apuesta a que llegó a su hacienda antes que usted.—Me grita cuando estoy montado en mi caballo.
—Já, es un trato, Bárbarita.
—A las de tres, uno..., dos...,¡Tres!—Grita y salimos como locos en los caballos.
Ella toma la delantera, pero luego la alcanzo y soy yo el que está adelante. Hasta como de la nada su caballo sale mandado como un loco.
 Madre del amor hermoso, es una fiera..., y el caballo también es bonito. Veo como su melena se mueve al compás del viento. Creo que ahora si estoy jodido. Jodidamente enamorado. Cuando llegamos me niego a aceptar que ella me ganó.
—¡Acéptalo, te gané!—Grita cuando ya estamos adentro.
—Bien, ¿Y mi premio de consolación?
Le preguntó mientras la veo fijamente, puedo notar el rubor que va cubriendo su cara, no puedo suprimir una sonrisa que me crece en la cara.
—Tu premio...—Cierra un ojo, luego el otro mientras sonríe.—¿Un beso? No porque soy una dama...—¿¡QUÉ!?—¿Un abrazo? No. ¡Ah! Como premio... un apretón apretón de 
mano.
¿Es un chiste, no? ¿Donde esta la cámara escondida?
—Guárdate el apretón de manos y dame ese beso.—La cogí de la cintura y la besé mientras ella reía.

La apreté más a mi, sentía que aun estaba muy lejos. La cargué y ella puso sus piernas alrededor de mi cintura, subimos las escaleras. Al llegar a mi cuarto la coloque en la cama, ella tiraba y literalmente arrancaba los botones de mi camisa.
Me tomé mi tiempo para observarla, era bella, espectacular. 
Me dedique a adorar su cuerpo por minutos, horas...
Entré en ella suavemente, ambos jadeábamos y gemíamos al sentirnos tan cerca. Callaba sus gritos con mi labios, y yo me arqueaba cuando ella con sus uña dibujaba en mi espalda.
Bárbara se corrió primero, para yo seguir por ese sendero después.
Ambos tratábamos de recuperar la normalidad de nuestras respiraciones, la acomodo en mi pecho y ella dibuja círculos en el. Esto es felicidad en estado puro. 
—Tengo que volver.—Dijo levantándose.
—No, no por favor, no te vayas.—La tomé por la cintura suavemente tirando de ella.
—Santos, por Dios...
—Prometo cuidarte.—Le hago pucheros como un bebé. Ella ríe.
—Claro que lo hará, doctor.—Me besó y mordió mis labios.

Me pasé las cuatro mejores horas de mi vida.
Pero sabia que en algún momento esto acabaría, que teníamos que volver a conectarnos al mundo. Ya eran las diez pasadas. No quería que se fuera, y mucho menos en la oscuridad y sola.
Me empeñé en acompañarla pero no habíamos salido cuando empezó a llover. Perfecto. 
—Esperemos a que escampe.—Le dije abrazándola por detrás. 
Treinta minutos después, un rayo nos cortó la electricidad, salimos a buscar algo que nos alumbrara, como aun no estaba acostumbrado a donde se guardaban las cosas tardamos en encontrar las velas, habíamos recreado sin planearlo un lugar romántico, Bárbara se movía nerviosa y yo estaba encantado con eso, me agradaba saber que no era yo el único que sentía es chispa recorrerme el cuerpo.
Nos sentamos en el mueble, y yo me quedé embobado viéndola.
—¿Qué? ¿Por qué me miras tanto?—Preguntó sonrojándose.
—Eres hermosa.—La jalé y la puse a mi lado, la besé como alguien que teme perder algo.
Nos separamos jadeando, esto era lo que siempre pasaba con esta mujer, hacia que yo perdiera el control.
—Háblame de ti.—Me pidió suavemente.
—¿Qué quieres saber?
—Sobre ti, las cosas que te gustan hacer.
—Pues hasta ahora no sabia la liberta que se siente al montar caballo, eso me gusta..., también me gustas tu.—Bárbara se sonrojo y yo sonreí encantado.
—No te tomas nada enserio.—Me recriminó.
—¿¡No me tomo nada enserio!? Me preguntaste que era lo que me gustaba, tu me gustas.
—No te pregunté las cosas.
Ahora ella pensaba que para mi era una ''cosa''.
—Bárbara...
—¿Soy una cosa?—Me cortó, debo admitir que ahora el sonrojado era yo—¿Huelo como una cosa?—Se acerco a mi para dejar que yo oliera su dulce olor.—¿Beso como una cosa?—Me besó como nadie nunca lo había echo, un beso que hizo que se me pusiera la carne de gallina.—Responde ¿beso como una cosa? —Preguntó aun cerca de mi, cuando iba a contestar volvió al ataque con otro beso con esa pasión desgarradora, se separó de mi dejándome fuera de juego.
—No, no besas como una cosa, besas muy...bien.—Sonrió satisfecha, yo me acerque a ella y la bese, la tomé de la cintura y la acomodé en el sofá, empezó a quitar los botones de mi camisa y yo lo hice lo mismo con la suya...

Desperté cuando los rayos del sol se hicieron más notables. Recordé lo de anoche, sofá encimera, pared...Dios, y nunca me sentía satisfecho quería más de ella, nunca me había sentido de esta manera, siento que ella complementa muchas cosas en mi vida.
Bárbara está a mi lado como Dios la trajo al mundo, hermosa.
Ayer perdimos la noción del tiempo, fue maravilloso. Bárbara se revuelve y empieza a abrir los ojos, poco a poco me encuentro con unos ojos azules maravillosos.
—¡Bueno días, mi amor!—Dije feliz.
—Buenos días, cielo.—Dijo besándome.
Había una voz en mi cabeza que me decía que no empezara que primero desayunaran.
—¿Tienes hambre?—Dije con voz ronca.
—Si. Me sorprende que tu sepas cocinar.
—No sé..., pero si plancho.—Bárbara rió al instante que se ponía la camisa.
—Doctor, me alegra decirle que yo si se cocinar. Vamos.—Se levantó con mi camisa puesta dejando ver sus maravillosas piernas.
Bajamos hasta la cocina entre risas y besos, la vi moverse por la cocina con facilidad y gracia.
—Si eres profesora ¿Por qué estás aquí?
—Ayudo a mi padre, últimamente no venía mucho por aquí.
Desayunamos contando anécdotas sin importancias de los dos, hasta que se escuchó el ruido de una camioneta estacionarse y luego pasos en la entrada. 
—¡Santos!—Escuché que alguien me llamaba y luego ese alguien estaba en la cocina, Bárbara se levantó de un salto para recoger el desorden.
—¡Antonio!—Le salude el estrechó mi mano. Vio que había dos platos en la mesa pero no había nadie más, Bárbara salió y pude ver como iba creciendo su sonrojo, la barbilla de Antonio casi cae al suelo al verla, Bárbara vestía solo mi camisa y Antonio no sabia a donde mirar.
Es mi mujer amigo, deja de verla. Nunca fui hombre celoso, otro sentimiento nuevo que agregar a la lista.
—Bárbara.—La saludó al final.
—Antonio.—Dijo ella en un murmullo.
Bien ahora los tres estábamos sonrojados, pero vi una pizca de diversión en la cara de Antonio, como diga algún chiste ahora sobre esto lo haré papilla.
—Yo que venía a ofrecerte desayunar en el pueblo pero, veo que ya estás resulto.—Dijo con voz divertida, Bárbara intentó ocultar su risa en un tosido.
—Bueno, Santos, hermano..., hablamos después. Adiós Bárbara.—Y salió casi corriendo.
Bárbara se llevó la mano a la boca para evitar reírse, la verdad el asunto tiene su gracia.

Pasamos todo el día acostados, ninguno dijo nada sobre irse..., no quería que se fuera. Me aferré a ella por la noche, casi deseando que ella sintiera lo que yo.

                                                           *****
—Santos, hablo enserio tengo que ir. Además tu igual tienes que ir a la jefatura.
Bárbara intentaba convencerme de salir, la verdad no quería. No quería salir y después volver solo.
—Iré solo si tu te devuelves conmigo.—Negocié. Ella me miró pensativa, ya conocía ese gesto, alzaba una ceja luego la otra.
—Bien, ahora machote arriba.—Trato inútilmente de empujarme. 

Estábamos caminando por las calles del pueblo, sentía las miradas de todo el mundo en nosotros, sin embargo ella iba tan pancha caminando a mi lado tomada de mi mano. Oía los murmullos de las personas, como nos señalaban. Me estaba poniendo nervioso.
—¿Por qué nos miran tanto?—Le pregunté discretamente.
—Acabas de llegar, dos días después caminas de la mano de la hija de ''Mister Guaimarán'' ¿Sigo hablando?—Me mira con cierta burla. 
—Olvídalo.
Cuando llegamos a la jefatura, tardamos como unas dos horas ahí, hablamos con un tal Pernalete, en estos días hasta un pez puede ser jefe civil.
Cuando salimos de ahí le propongo comer algo, ella acepta encantada. Íbamos entrar al local cuando escuchamos una voz detrás de nosotros.
—Aquí estas.—Dijo la voz masculina, pude sentir como Bárbara se tensaba a mi lado, de inmediato me puse alerta.—Llevo dos días buscándote, ¿Donde te habías metido?
—Ese no es tu problema.—Respondió arisca.
—Bárbara, ahora no.—Sentenció el sujeto.—Tu padre lleva rato buscándote.
—Soy mayor de edad y se protegerme, dile que no se preocupe.
El extraños repara en mi.
—Asdrúbal.—Extiende su mano. 
—Santos.—Le estrecho. Idiota ni fuerte tiene.
—Pasaré mañana por su despacho, hasta entonces.—Y entra sin mirar atrás. Y yo la sigo.
Se sienta en una esquina y su ceño fruncido está presente ¿Quien era ese sujeto? ¿Y como es que la puede poner de mal humor tan rápido?
Me siento en frente de ella y le tomo la mano. 
—¿Estás bien?—Preguntó suavemente.
—Si.—Responde y me sonríe pero no le llega a los ojos.
—¿Quien ere ese sujeto?
—Un idiota.—Responde sin mirarme.—Trabaja para mi padre.—Dice después suspira y a la final dice—Mi ex prometido.
Me tenso de pies a cabeza, ¿Bárbara se iba a casar? 
Intento no presionarla para que me lo cuente pero la verdad es que unos celos horrible empiezan apoderarse de mi.
Bárbara parece entender mi situación porque me toma de la mano y me sonríe.
—Fue hace más de dos años, no tiene importancia.
—¿Por qué rompieron?—La pregunta sale de mi boca antes que pueda contenerla.
—Un día antes de la boda se acostó con una zorra.—Dijo como si nada.
Dios debió de ser horrible para ella.
Cambiamos de de tema y comemos tranquilos, me hace sentir muy bien estar en su compañía.
Quería llegar a la hacienda, había sido un día de mierda. Me enteré de que Bárbara había estado comprometida con aquel idiota.
Llegamos a la hacienda.
—Bueno ¿será que volverás a hablar?—Preguntó exasperada.
La verdad era que si me estaba comportando un poco infantil pero imaginar a Bárbara con ese infeliz. 
—Santos.—Se me acercó lentamente y puso los brazos alrededor de mi cuello.—¿Quieres dejar de comportarte como un infante?—Besó mi cuello y yo tuve que usar mi ahora poco auto control.
—Bárbara.—Me resistí,pero ella siguió. Adiós Auto control. La tome de la cintura y la besé, mordí sus labios y escuché sus gemidos la presione más contra mi. La cargué mientras devoraba sus labios. Entramos en la casa.

—Vaya, te dejo unos días solo y mira como te encuentro ahora.—Dijo una voz delante de nosotros. Nos separamos de inmediato.



10 comentarios:

  1. Cuando subes el próximo Cap? Esta genial esta Wn!
    La que aparece al final es Lu o Ceci?
    La otra wn ya no vas a escribir?

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  2. wwooooowww me encanto sublime como siempre y ya sabes k esos dos dias de dbys me mataron jeje y luego como db le quito el autocontrol a barbara igual,wauuu asdrubital y venia tambien celoso menudos quebaderos de cabeza le van a dar a barbie el pelele y el maestrito jejejejeje y lo de felix o gonzalo k llegan cuando estan ahi ya lo kiero ver en el proximo capitulo jejeje

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    1. a santos lo del autocontrol jejeje k me ekivoke ahi sorry

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    2. Gracias guapura (Para no decirte enana o pequeña :3 ) Si, serán un dolor de cabeza para ella jaja<3.

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  3. Woow que capitulo, me encantooo!!! ❤❤❤❤ ByS son tan romanticos 😊 quiero proximo rapidoo, porfaaaa

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  4. me dejaste ohhh sin palabras.... me encanta, espectacular.

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