jueves, 21 de enero de 2016

Capítulo 14. ''Hermanos Luzardo''



Félix Luzardo:


Hablo en serio, Félix. Largo de aquí.-Me repite en murmullo la exasperante mujer que tengo al lado.
Mira, si no te gusta que esté aquí, pues vete al sofá.-Digo ocultando una sonrisa. Sofía abre los ojos como plato. Gruñe y se da la vuelta.
¡PUES BIEN! 
Me doy la vuelta haciendo caso omiso a la enorme erección que tengo a causa de su chándal blanco trasparente.
Aún sigo enojado y quiero más pelea.
–Hoy te comportase como una cría. –Le recrimino.
– ¿A qué viene eso? Que yo sepa no te debo explicaciones. Aprieto los dientes con fuerza, ésta mujer va a matarme.
–No te hagas la loca y trates de evitar el tema. Responde. ¿Tratabas de darme celos, no es así? –Digo sintiendo. Sofí se da vuelta y puedo ver esos hermosos ojos que me tienen loco desde que la vi.
–Cretino, ¿Crees que me pueda rebajar tan bajo por alguien como tú?
¿Pero qué carajos le pasa a esta niña? ¿De verdad cree que soy ''caer bajo''? Hola, soy Félix el sueño de cada mujer.
–Pretty Woman, te apuesto Altamira toda que ahora mismo estás pensando en mi desnudo. Noto como sus mejillas se tiñen de rojo y es la cosa más hermosa del mundo.
– ¿Cómo puedes ser tan fiado de ti?–Me gruñe.
– ¿Niegas que estoy guapo?–Frunzo el ceño.
–No voy a subirte el ego, James Bond.

–Si te sirve de consuelo para mi tú eres muy bella.–Digo dándome la vuelta.
Cierro los ojos y nos invade el silencio. Escucho el sonido de su respiración, sigue despierta.
–Idiota y todo eres muy guapo. –Dice después de un rato.
No respondo pero sonrió. ¿Cuánto años tengo 15? Después de un rato que pienso que está dormida me volteo y ahí esta ella despierta mirando a la nada. El haber escalada esa maldita ventana fue la mejor idea que he tenido. Sofía arruga la cara y suelta un estornudo muy gracioso.
–Maldita sea.
–Sofía, controla la puta boca.
–Llevo mucho rato estornudando, idiota.
– ¿Por qué?–Pregunto extrañado. Ella rueda los ojos incrédula.
–No sé, tal vez se deba a que alguien me empujó hoy a la piscina y me tocó devolverme con la ropa mojada. Quizás se deba a eso. –Dice con sarcasmo.
–Quizás.
Oh, la tirada en la piscina... Realmente no sé porque lo hice. Solo sé que tenía unas enormes ganas de besarla y ella no paraba de ser una cabeza dura.
–Pues iremos temprano a comprar medicina. –Digo firme.
–Es lo mínimo que puedes hacer.
– ¿Es una cita?–Pregunto riendo
—Es lo más alejado a una cita. —Rueda los ojos.
No sé cuánto tiempo pasa, siento los parpados pesados y poco a poco voy cayendo en un sueño profundo.



Despierto un poco desorientado, miro a mi alrededor pero no reconozco nada. Entonces la veo, estoy abrazado a una pequeña mujer, Sofía.
Increíble, desde hace mucho tiempo no había dormido con una mujer en la misma cama sin antes… Bueno, supongo que Sofía no es como las demás. ¿Pero qué digo? Es obvio que Sofía no es como ninguna de las mujeres que he conocido. Ella es única.
Estoy abrazado a ella, aprieto el agarre de mis brazos alrededor de su cintura para sentirla más cerca. Ella suspira bajito. Aparto el cabello de su cara y es lo más hermoso que he visto. Sus largas pestañas descansan en sus mejillas rosadas, sus labios gruesos y rosados apetecibles todo el tiempo y esa nariz pequeña y llena de pecas, sonrío lleno de ternura.

Veo como poco a poco sus ojos se abren y se adaptan a la luz, cuando me ve se sonroja aún más y sus ojos brillan con reconocimiento, sonrío y ella me devuelve la sonrisa. Es tan adorable.
—Hola. —Le digo sonriendo aún más.
—Buenos días, idiota. —Saluda ella, oculto mis ganas de reír. Esto es lo que me encanta de ella, sus cambios de humor tan drásticos, un minuto está encantada de la vida sonriendo y al otro está rodando los ojos e insultándote.
—Soy un idiota encantador. —Digo haciendo que ella ruede los ojos y sonría. — ¿Cómo amaneces, Bati-Chica?
—Con calor, ¿Serias tan amable de quitárteme de encima? Tú cuerpo es tan…—Pero se calla al instante. Já.
—¿Mi cuerpo es caliente? —Digo al tiempo que me tiro encima de ella, sus mejillas se tiñen de rojo.
—No lo decía de esa forma. —Dice en apenas un susurro.
—Iré a bañarme ¿Quieres acompañarme? —Sonrío al tiempo que abre como plato sus ojos y se sonroja aún más—Te vez tan hermosa cuando te sonroja. —Rueda los ojos.
—No quiero acompañarte pero si no te molesta iré yo primero. —Dice tratando de pasar por debajo de mi cuerpo, se lo permito, soy un chico bueno.
—Yo solo lo decía, hay que ahorrar agua ¿Sabes?

Como respuesta consigo un gruñido y un azote de puerta.
Miro la hora, 10:00 am. Joder, nunca había dormido tan bien.  Diez minutos después Sofía sale corriendo del baño tan rápido que no me permite desfrutar de la vista de ella en toalla.
Salgo disparado para el baño, joder que bien se siente. Lavo todo mi cuerpo dándome mi tiempo.
Salgo y sonrió con malicia, camino por el cuarto desnudo pero no hay rastro de Sofía, escucho un estornudo proveniente el cuarto-closet, y sé que AÚN se está vistiendo, mujeres.
Me visto al tiempo que Sofía sale del pequeño cuarto completamente vestida y peinada.
Una falda que le llega más arriba de las rodillas negras, una blusa con un escote de muerte y unas botas de tacón… Mierda.
Me acomodo la erección sin importar que me vea, esta mujer me va a matar. 
—Si no te importa, hoy iremos a comprar algo para esa gripe. —Le digo como excusa.
—Está bien. —Contesta regalándome una pequeña sonrisa.
—Pero antes iremos primero a Altamira para cambiarme.
Asiente con la cabeza, abro la puerta del cuarto y salimos por el pasillo encontrándonos con un Santos a medio vestir.
—Hermano. —Lo saludo como si nada. Pero entonces caigo en cuenta al ver las caras rojas de Santos y Sofía.
Félix no te rías, Félix no te rías…
Disimulo una carcajada en una tos realmente falsa.
—Buen día, Santos. —Dice Sofía cuando ya casi se le pasa el sonrojo—Veo que tuviste una buena noche. —Dice señalando un chupón que tenía mi hermanito en las clavículas.
Esa es mi chica.



Santos rueda los ojos y gruñe negando la cabeza. Ya sé lo que tiene que estar pensando.
Alguna barbaridad sobre mi hermoso sentido del humor junto con el de Sofía.
—¿Qué tal, Sofía? —Sonríe con malicia. Oh-oh ahora me espero lo peor—Yo sí, y una muy buena y movida. ¿Qué hay de ustedes? Digo… Porque no se escuchó nada…—Dice irónico. Hijo de su puto padre (Mi mamá es una santa, a ella no la meto en esto) Ese cretino me dio donde sabe que más me duele.
—No queríamos despertar a Beatriz. Nosotros respetamos. —Tenga hijo.
Santos soltó una gran carcajada para molestia de Sof y mía.
—Ajá, primero se lo creen ustedes antes que yo. Con su permiso. —Dice entrando a una habitación que supongo ahora que es la de Bárbara.
Cuando salimos nos encontramos con la pequeña mujer que reconozco como Eustaquia, quien al vernos se sorprende bastante.
—¡Buen día, mujer de mi vida! —Grita Sofía al acercarse a ella y darle un beso en la mejilla.
—Sofía, hija ¿Cómo amaneces? —Le pregunta ella con amor.
—Con calor. —Dice viéndome con una sonrisa sarcástica.
—Señor Luzardo ¿Qué tal? —Pregunta la pequeña mujer.
—Vaya, hace ya bastante rato que nadie me llamaba así. Dígame Félix eso de señor se lo dejo a mi padre.
—Está bien, muchacho. ¿Se queda a desayunar?
—Sí, por favor.



La pequeña mujer se va dejándonos a Sofía y a mí en silencio.
—Santo es un tonto. —Digo bufando.
—Creo que viene de familia. —Dice viéndome con burla.
—Touché. —Digo sonriendo.
Eustaquia nos llama a la mesa, y vamos en silencio. Dos minutos después escucho unos pasos acercándose.
—¡Creo que hoy se acaba el mundo! Sofía Maxwell por primera vez en la vida se levanta antes que yo! —Dice Beatriz entrando al comedor. Al verme palidece y frunce el ceño.
Gonzalo es un idiota si no va tras de ella. Es hermosa de verdad, con sentido del humor y a legua se nota que tiene carácter.
—Félix. —Me regala una sonrisa, luego ve a la futura madre de mis hijos y con los dientes apretados dice—Sof.

La pequeña mujer (Eustaquia) le sirve el desayuno. Los tres nos concentramos en nuestros platos cuando escuchamos unos pasos apresurados hasta nosotros.
Bárbara nos sonrío, venía solo con la camisa de mi hermano y con un sonrojo.
     ¡Hombre, cuñado! —Dice sonriendo, Santos que viene detrás de ella con el ceño fruncido le gruñe. —Quería verlo con mis propios ojos. —Dice sonriendo


Santos rueda los ojos y la carga encima de su hombro. Bárbara no se inmuta pero si me dedica una sonrisa pícara.
Los tres rompemos a reír.
¿Quién diría que mi hermanito sería tan posesivo? ¿Y Ese Santos de hace unos meses? 
¡NO LO QUIERO DE VUELTA!
Este es mucho mejor, más relajado, más simpático.
Y eso se lo debo a una sola persona, ese taponcito de 1.60
Beatriz se despide de nosotros excusándose con algo de tener que ir al pueblo.
Sofía y yo nos encaminamos a la camioneta y tomamos rumbo a Altamira. Sofía pone música ya que ninguno de los dos hablábamos. Simone, sonaba en el estéreo. Rayos, años que no escuchaba esas canciones.
Me hace recordar mi infancia, cuando papá escuchaba ese tipo de canciones los domingos en la noche; Cuando éramos felices, cuando éramos una familia unida. O por lo menos cuando disimulábamos que éramos una. 
Sofía iba sumergida en sus pensamientos con la vista perdida en la ventana, tenía deseo de besarla, pero no podía.
Cuando llegamos, se negó a bajar. Entré corriendo a la casa para cambiarme. Me puse unos jeans negros y una camisa igual negra de los Guns n’ rose.  La puerta de mi cuarto se abre dando paso a Gonzalo que venía con una sonrisa maliciosa.


—Felipe, ¿Se puede saber dónde pasaste la noche? —Preguntó tirándose a mi cama. Odiaba cuando me llamaba así.
—Por ahí… Ya sabes. —Contesté con desdén.
—Lo que sé es que ahí afuera está una camioneta y en esa camioneta está una Sofía muy asustada y una Asunción muy emocionada. —Tan pronto como dijo eso salí disparado para afuera.
Mamá estaba al lado de Sofía dando pequeños saltos emocionados.
—Mamá, Sofía y yo vamos al pueblo a comprar medicina. Ya que mi pequeña broma ocasionó que a la pobre le diera gripe. —Le expliqué dándole una mirada de ‘’No te metas’’
Su mirada decayó un poco pero aún había una chispa de esperanza en esos ojos que tanto amo.
Sofía estaba roja como un tomate y me miraba suplicante.
—Mamá, nos vamos. —Le doy un beso y me voy antes de escuchar sus quejas. Sofía se despide y se monta en el auto aún en silencio. —¿Qué te dijo? —Pregunté.


—¿Se van a casar? ¿Cuándo me darán nietos? ¿Hablaran con Bárbara y Santos para que su boda sea doble?
Traté, de verdad con todas mis fuerzas traté pero no pude detener la carcajada que brotó de mis labios. Sofía me veía como si estuviera loco, pero luego me siguió.
Mi madre era un caso.
Llegamos al pueblo y fuimos directamente a la farmacia, le compré unas cuantas pastillas y le obligué a que se tomara una con un jugo que obviamente le compré.
Caminamos por el pueblo hablando de cosas sin importancia, datos curiosos y eso.
Por primera vez llevábamos una conversación como gente adulta, sin bromas, sin insultos.
No Pretty Woman ni James Bond, solo Sofía y Félix.
¿Cuánto durará esa normalidad?
Ya sabía varias cosas de ella, por ejemplo:
Es alérgica a la nuez.
Es modelo.
Su color favorito es el verde.
Le encanta leer.
Su película favorita es Mamma Mía.
Se sabe muchas canciones viejas.
Tenemos tantas cosas en común.
Eso de que sea modelo no me gusta mucho, pero no dije nada.
Entramos en una librería.
Los dos dábamos vueltas por la sección de novela romántica, sonreí al ver un libro y lo alcé para que lo viera ‘’Tenías que ser tú’’  Sofía rió mientras que cogía uno y me lo enseñaba ‘’Coqueteando con el peligro’’ Miré alrededor con una sonrisa pícara y le mostré dos títulos ‘’Amante Eterno’’ Sofía puso los ojos en blanco y le mostré ‘’Si te atreves’’ Sofía empezó a reír mientras alzaba otro título ‘’Cázame si puedes’’ Empecé a reír, Sofía fue atender una llamada y sin que se diera cuenta pagué por todos los libros. Salí de la librería y me recosté de la camioneta mientras abría uno de los libros ‘’Amante y enemigo’’ Sofía salió de la librería y al verme rodó los ojos.


—Veo que sabes reír, Pretty Woman. —Le digo para molestarla. Rueda los ojos y me saca el dedo medio. No había nadie en la calle.
—¿Piensas leerlos todos? —Preguntó mientras se acercaba a mí.
—Algunos, estoy buscando una compañera de lectura…, si te interesa.
Me acercó a ella, es demasiada tentación. Sofía va a matarme. Mis manos se dirigen a su cintura y la pego a mí, ella no se resiste, bien. Miro sus ojos y me pierdo en ellos, saco mí lengua y recorro sus labios luego dejo un pequeño mordisco, Sofía rodea mi cuello con sus brazos entonces la beso. Nos movemos al compás, su lengua y la mía se encuentras. Siento una chispa en mi cuerpo, una corriente que nunca había sentido. Entonces caigo en cuenta de algo, Sofía va hacer mi perdición, esta mujer me va a volver loco.



Santos Luzardo:


Beso su cuello y sus labios callando sus jadeos con los míos; ella clava sus uñas en mi espalda, cosa que me ínsita más en devorarla. Beso sus pechos y me llevo uno de sus pezones erecto a la boca, Bárbara jadea mientras jala mi cabello, empieza a gemir más alto. Continúo mi recorrido y bajo, beso su ombligo, abro sus piernas y observo la maravillosa vista que me ofrece su sexo al descubierto, paso mi lengua por ese lugar tan sensible haciendo que Bárbara grite. Saboreo su sabor, Bárbara se restriega en la cama, mientras que se muerde el labio, una mano la tiene en mi cabeza y la otra en puño con la sabana, mis manos sujetan las piernas de Bárbara.
—Santos, no juegues. —Gime. —Te necesita ahora. —Grita.
—¿Cómo me quieres? —Le pregunto con burla.
—Dentro de mí, ahora. —Gruñe.
Sus deseos son mis órdenes mi reina.
Sin que se lo espere entro en su interior haciendo que grite, rodea mi cadera con sus piernas haciéndome más fácil el acceso a su interior. Beso sus labios haciendo que pruebe su sabor.
—¡Dios! —Gritó.
—Dios, no. Santos. —Digo mientras seguía con mis embestidas.
—San…Santos. —Gime.


—Espérame. No te corras, joder. —Le gruño. Sigo con más fuerza, más rápido, nuestro su sudor se unen. —A la cuenta de tres—Digo cuando ya no podía más. —1…, 2…, 3 ¡Ahora, nena! —Grito a la vez que acabo dentro de ella y Bárbara gemía más fuerte.
Caigo sobre su cuerpo cansado, entierro mi cara en sus pechos. Unos minutos cuando casi puedo respirar con normalidad hago que cambiemos de posiciones, ella arriba de mi pecho descansando y yo abajo acariciando su espalda y su cabello.
Bárbara levanta la cabeza y me ve con esos ojos azules que me ven llenos de alegría.
—Hola. —Susurro.
—Hola, guapo. —Me besa.
—¿Estás bien? —Preguntó preocupado.
—Excelente.
Entonces recuerdo, hoy es 22. ¡22 de Enero! Hoy hace un mes que Bárbara y yo nos conocimos en aquel bar.
—Amor, hoy es 22. —Digo. Bárbara frunce el ceño por un momento hasta que cae en cuenta.
—¡Hoy hace un mes! —Dice con entusiasmo.
—¿Qué quieres hacer? —Le pregunto sonriendo.
— ¿Qué tiene de malo lo que hacemos justo ahora? —Pregunta mordiendo mi labio.
—Nada… absolutamente nada. Solo pensaba ¿Tú, yo un picnic en la poza? No lo pienses, vamos. —Digo mientras que masajeo su trasero.
—Acepto, doctor. —Mi corazón se para mientras que la analizo. Bárbara rueda los ojos y sé que ese acepto no tiene nada que ver con mi pregunta.

Vamos cogidos de la mano al baño y tomamos una ducha. Tomo un jabón rosa y se lo paso delicadamente por el cuerpo. Limpio cada parte de su cuerpo con amor y ternura. 
Bárbara me quita el jabón de las manos y me empieza a lavar. Sus manos recorren mi cuerpo haciendo que me estremezca por sus caricias, esto es el paraíso. 
Me pega de los azulejos del baño y me besa, baja a mi cuello y con su lengua llega al chupón que ella misma hizo





 Baja más llegando a mi erección y la acaricia con su mano, un gemido sale de mis labios.
Joder. —Gruño cuando se lo lleva a su boca.
Pego la cabeza a la pared húmeda del baño mientras cierro los ojos disfrutando de la sensación. Bárbara utiliza su boca y sus manos.
Dios. —Gimo.
Dios, no. Bárbara. —Dice con burla.
Sus constantes caricias hacen que me restriegue por toda la pared. Mis rodillas empiezan a temblar y todo yo me tenso al momento en que me corro en su boca.
Jadeo descontrolado, Bárbara levanta sus ojos azules a mi dirección y me ve con un ligero sonrojo. Tomo su rostro en mis manos y la beso.
Te amo. —Digo en un susurro.
Lo sé. —Me besa las mejillas.
La tomo fuerte del cabello y la giro.
Las manos en la pared. —Ordeno.
Bárbara lo hace sin chistar, tomo su cabello y lo enredo en mi muñeca a la vez que entro en su interior.
Bárbara suelta un pequeño grito sorprendida. Con movimientos secos me muevo en su interior, amos gemimos enloquecidos. Tiro de su cabello y Bárbara alza la cabeza, me apodero de sus labios. Con mi otra mano libre rodeo su cadera y la pego más a mí.
¡Santos! —Grita. Vuelvo a besar sus labios. Suelto su cabello y mis dos manos se apoderan de cada lado de sus caderas para aumentar el ritmo.
Uno, diez, quince, veinte estocadas más cuando los dos gritamos cuando encontramos la liberación.
Pegó mi frente de su espalda y abro el grifo sin despegarnos, el agua cae sobre nuestros cuerpos refrescándonos. Bárbara se remueve haciendo que salga de su interior, se voltea y me da un suave beso.
Salimos para vestirnos, cuando estamos listos nos dirigimos al comedor, Eustaquia ya estaba allí hablando con una joven que me imagino que sería una empleada, cuando nos ve la despide.
¡Parejita, hasta que se les ve la cara! —Dice alegremente. Me sonrojo un poco. —¿Van a desayunar? Hace rato se fue su hermano con Sofía, doctor. Y Beatriz se fue antes que ellos para el pueblo. —Nos informa.
Sonrío al imaginarme a mi hermano y  Sofía solos, ya sabía yo que esos estaban locos el uno por el otro. Ahora lo que falta es que mi hermano no lo vaya a arruinar.



—Gracias, Eustaquia. Pero hoy comeremos fuera. ¿Será que tienes una canasta de picnic?—Pregunto sonriendo. 
—Claro que si, muchacho. Ya mismo se la preparo.—Dice sonriendo.

Eustaquia sale del comedor y empieza a rebuscar una que otra cosa. Bárbara me ve con una sonrisa en el rostro. Amo saber que soy yo quien pone esa sonrisa ahí.
—Hoy te vez hermosa.—Digo sonriendo. Ella rueda los ojos con sonrojo y dice haciendo que ría.
—Tienes que dejar de arrancarme las bragas.
—Jamás.
—Santos, me voy a quedar sin ellas.—Dice rodando los ojos. 
—Te compro más.—Sonrío con diversión. 
—Ese no es el caso, Luzardo. 
Sonrío para mis adentros, amo romper sus bragas. 

Eustaquia trae una canasta y nos despide. Vamos a la camioneta y tomamos camino a la poza. Nuestro lugar. 


Una vez ahí Bárbara pone una manta mientras que yo saco las cosas. 
Agua, unos sándwich, vino, queso, ensalada, frutas y chocolate liquido. 
Levanto una ceja en dirección a Barbara que al ver lo que tengo en las manos ríe mientras niega con la cabeza.

Ambos empezamos a comer mientras hablábamos de cualquier cosa, escuchar reír a Barbara es la mejor melodía.



Cuando terminamos de comer Bárbara se tira encima de mi sin previo aviso, jadeo sorprendido. Tomo su cara entre mis manos mientras disfruto del beso. Un beso lleno de amor y ternura pero también con una pasión tan grande. Nos separamos para tomar aire. 

Bárbara se levanta y se quita lentamente la camisa menea las caderas y se baja el pantalón. 
Me da una buena vista, sus grandes pechos con un sujetador rojo al igual que sus bragas, encaje. Después pregunta porque las rompo. 
Bárbara se acerca a mi y toma mi mano y la pone en la tira de su diminuta braga. 
Ahh, ahora quiere que la rompa. Pues hagamoslo. 
Cuando la rompo siento el pequeño pedazo de tela en mis manos; Se quita el sujetador y lo lanza a mi lado. Luego se da la vuelta y entra en la posa. 

Me levanto de un salto y me quito la camisa y el pantalón con cierto desespero.




Voy hasta ella y la tomo en volandas haciendo que ría.




Salimos jadeando del agua por el primer asalto, Bárbara se tapa con mi camisa y yo con una manta. 
Y hablamos un poco sobre nuestras cosas. 
(Si, no es nada más sexo)

Quedamos en silencio, pienso en la sorpresa que muy pronto le daré. No estoy seguro como reaccione, estoy nervioso como en mi vida. 
Es como la una de la tarde y el sol está en su punto. Pero ninguno de los dos nos quejamos. 
El sonido de un celular interrumpe nuestro silencio. Bárbara se levanta y coge su celular. 

—¿Bueno?—Contesta. Quien esté del otro lado de la línea le dijo algo que no le gustó porque frunció el ceño.—Estoy ocu...—Se cayó y alzó una ceja luego la otra. Está pensando.—Joder.—Gruñe. —Está bien.—Suspira con pesadez y cuelga. La miro fijo a los ojos pero ella me aparta la mirada. 

—¿Qué pasa?—Le pregunto con calma. 
—Es mi padre...—Dice y se muerde el labio. Viene hasta mi cuando le tiendo la mano y se sienta encima mío.—Está en la capital y se ha dejado unos papeles. No confía en que nadie sea capaz de llevárselos así que tengo que ir yo.—Me tenso. 

¿Va a ir a la capital? ¿Sin mi? Maldita sea. 

—Tengo que irme en dos horas. Solo será por hoy.—Me dice antes que yo forme un escándalo.
—Pero...—Ciertamente no sé que decir.
—Amor, trata de comprender.


—No quiero—Digo como niño chiquito. 
No nos hemos separado desde que empezamos. Sé que estoy siendo irracional. Que podré aguantar pero es que... 
No es que desconfíe, sé que Bárbara no es como esas mujeres. Pero no me la imagino sola en la capital llamando la atención de otros hombres. 
Bárbara besa mi cuello llamando mi atención. 
—Veré si puedo venir esta misma noche, a más tardar mañana en la mañana.—Me pasa la lengua por toda la barbilla. La beso con desenfreno, con pasión, con locura. 
Me vuelve loco el echo de que ella estará sin mi en la capital.

Me quita la manta que me cubre y baja lentamente mi erección, gemimos al unisono. 
Chupo sus pezones por encima de mi camisa y ella gime más. El ritmo lo lleva ella, y es lento. Me mata a cada segundo. 



—Necesito que vayas más rápido si no quieres quedar viuda antes de tiempo.—Digo en burla, Bárbara gira la cadera y baja haciendo que grite. Ahora es ella quien me ve con burla.
Incrementa de velocidad creo morir, nos dejamos llevar por el orgasmo en un grito. 


---

Llevo a Bárbara al Miedo cada vez más enfadado y triste. Ella me besa la mano, la mejilla, el cuello tratando de calmarme. Pero no puedo, Bárbara se metió bajo mi piel, y no puedo hacer nada para sacarla. 
Cuando llegamos ella corre hasta la casa y yo me quedo en la camioneta. Cuando sale lleva un pequeño bolso de mano que me hace gruñir. 

—Deja de estar enfurruñado. Desde afuera escucho tus gruñidos.—Dice entrando al auto. 


La acompaño a el bongo, Dios si no fuera porque tengo a mi familia en la casa me fuera con ella ahora mismo. 

—Cuídate.—Le digo cuando ya esta casi apunto de montarse.
—Santos, te comportas como si me fuera un mes. Es solo un día.—Dice pasando sus brazos alrededor de mi cuello.—Igual te voy a extrañar mucho.—Dice besándome dulcemente. Tenemos todas las miradas del pueblo. Joder.

—Te amo, taponcete.—Le digo sonriendo.
—Jódete.—Dice rondando los ojos. Y dándose la vuelta para irse. En un rápido movimiento la vuelvo a coger y le doy la vuelta, ahora si le doy un beso de verdad.



La veo partir sintiendo un nudo en mi estomago. Cuando ya no está en mi campo de visión, tomo camino a Altamira.

—¿Te dejó solito, Luzardo?—Dijo una desagradable voz a mis espalda. 
Asdrubal se encontraba bebiendo de una botella de ron y con una sonrisa asquerosa en un rostro. 

—¿Se cansó de ti y ya te dejó, animal?—Dijo riendo. 
Podría fácilmente abrir la puerta de la camioneta e irme PERO no. 
—No, la verdad es que fue a comprar el vestido de novia.—Su sonrisa se borra y la botella que tenía en las manos cae. Con satisfacción entro al auto y bajo la ventana, aún está ahí con su cara de asombro, rabia y vergüenza. Simplemente hermoso.—Hasta luego, animal.—Digo pisando el acelerador. 




----
Llego a la casa y solo me encuentro a mi mamá que al verme sonríe. 
—Hola, guapo.—Me abraza—¿Y esa cara? Pensé que estarías con Bárbara.—Luego abre los ojos como plato y me grita—¡Santos Luzardo, si se pelearon quiero que vayas ahora mismo a pedirle perdón! ¡Y con rosas, y serenata!—Grita golpeando mi nuca. Cosa que duele. 
—¡Mamá! No pasó nada, se tuvo que ir de emergencia a la capital.—Digo sobando mi nuca.
—¿Qué le pasó?—Pregunta sentándose e invitándome a mi hacer lo mismo.
—Nada, su padre olvidó unos papeles y ella se los tuvo que llevar.

Hablamos un rato más hasta que Gonzalo baja las escaleras, antes de que pueda saludarlo grita. 

—¡TOC TOC!—Nos sonríe esperando nuestra respuesta. 
—¿Quien es?—Preguntamos mi madre y yo al unisono.
—Intervención vaca.—Dice dejándonos confundidos. 
—¿Intervención vac...?
—¡MUUU!—Nos grita a la cara. Mi madre y yo quedamos perplejos hasta que empezamos a reír. No por el mal chiste si no por la cara que puso Gonzalo.



Recibo a las horas un mensaje de Bárbara diciendo que ya había llegado. 

Félix entra a la casa con una sonrisa de oreja a oreja...Jum. Gonzalo y yo nos vemos por un momento con una sonrisa. 

Félix nos niega con la cabeza aun con la sonrisa. Besa a mamá en la cabeza y sube hasta su cuarto. 

—¿Y ahora este por qué tan feliz?—Nos pregunta mi madre. Gonzalo y yo nos encojemos de hombros. 



Son las seis de la tarde y ya no sé que hacer. Hice todo el trabajo de oficina que tenía, salí ayudar a los peones, me estoy volviendo loco sin ella. Mi teléfono alumbra su pantalla y su nombre aparece en ella. 

—Hola, amor.—Me saluda. Su voz me tranquiliza. 
—Hola, cosa pequeña.—Digo con burla y amor. Bárbara bufa. Y se que estará rodando los ojos.

—Sólo quería decirte que no conseguí vuelo para esta noche, así que a eso de las diez am de mañana estaré por allá.—Escuchar eso me derrumba. 
—Te extraño.—Le digo mientras paso mi mano por mi frente. 
—Lo sé, cariño. Yo igual. Pronto estaré allá y te daré muuchos besos.—Dice haciendo que sonría. 
—Me deberás muchos, Doña.—Digo tomando asiento en la sillas del escritorio. 
—No me gusta deber, así que lo antes posible estaré allá pagandola, Doctor.

Hablamos un rato más, hasta que mi madre me grita que vaya a comer. Nos despedimos y quedamos en vernos mañana.


Extrañaba cenar de esa forma *Notese el sarcasmo* Mi padre callado y mirándome más serio de lo normal, Félix con una sonrisa tonta en el rostro, Gonzalo hablando de cualquiera estupidez y mamá siguiéndole el tema.

Me levanté tan pronto terminé. Y fui hasta porche donde estaba la hamaca y me acuesto ahí.


Pienso en todo lo vivido en este mes, ¿Un mes? Pareciera un año, ahora estoy más seguro que antes de viajar con Bárbara, necesito, necesitamos ese viaje. Lejos de todos. 


Me voy a dormir cuando siento que ya no hay nadie en la casa. 
Entro en mi habitación y después de tanto dar vuelta en la cama me duermo. 

Siento como la cama se hunde, me despierto sobresaltado pero cuando veo quien está ahí sonrío. Mis ojos se van al reloj, la 3:15 am. 
—¿Qué haces aquí?—Es lo primero que me sale.
—Vine a saldar mi cuota de besos, Doctor.—Bárbara se me lanza encima y devora mis labios.

Y solo puedo pensar es en que ésta mujer me va a volver loco.










------------

Este es para la Perra (B) y la Zorra (F).
Beatriz, Floppi. Gracias a ustedes y sus insistencia. Sin eso nunca hubiera subido.

martes, 5 de enero de 2016

Capítulo 13.



Santos se hallaba entrando en Altamira corriendo, la lluvia no era tan fuerte pero no quería mojarse más. Adentro todo estaba a oscuras, por lo menos la sala. En la cocina se podía observar movimiento y supo que era Casilda preparando los desayunos y una que otra cosa del almuerzo.
—Anoche no llegaste.—Se escucho la voz ronca de su padre que estaba al otro lado del salón. Santos ni se sobresaltó así como tampoco respondió.—Asumo que lo pasaste con esa muchacha.
—¿Cuál? ¿Bárbara? ¿La mujer de mi vida, futura madre de tus nietos? ¿Esa muchacha? Bueno, supones bien. Estuve con ella.—Y sin dejar que hable subió los escalones de la escalera sin mirar atrás. No quería otra pelea. 

José Luzardo se levantó ofuscado y entró en el despacho. Odiaba estar de vuelta en ese pueblo, odiaba algunos recuerdos que este lugar le traía. Las pelea de sus padres con los Barqueros que luego se hicieron sus peleas. 
Y más odiaba tener que estar todo el día sentado sin trabajar. Tenía casos que resolver, no entendía porque tenía que estar allí. 
Y para colmo de males, ver como su hijo tenía algo con esa jovencita. 
Y el volver a ver Antón. Su gesto se endureció al pensar en él.


Y para colmo de males tenía que verlo hoy en el almuerzo. Sin duda contaba los días para irse. 

Bárbara estaba caminando al lado de su padre más silencioso de lo normal, pero el silencio no era incomodo. Ambos tenían cosas en las que pensar. 
Bárbara estaba feliz por haber escuchado las palabras que había necesitado durante años. 
Antón estaba perdido en pensamientos del pasado. En lo feliz que era antes de todo. 
En lo feliz que fue al ver por primera vez a Bárbara. 
Cuando llegaron a donde estaban ahora varios de sus botes, el silencio de los trabajadores se hizo presente. Todos absolutamente todos quedaron callados al ver que Antón Guaimarán había llegado. 
En la puerta del despacho afincado estaba Asdrubal que al ver a su jefe se puso derecho. Antón sin dirigirle la palabra entró en el despacho, venía a trabajar no hacer amigos. 
Asdrubal sonrió hacia Bárbara esta sólo rodó los ojos.



En el Miedo Beatriz se despertaba miró hacia su dedo vació como lo hacía todo los días y sólo vio una ligera marca que ya casi se borraba, se estremeció al tocar esa parte de su dedo y antes de que los recueros la atormentaran se levantó. Se arregló un poco y fue hacer el trabajo más duro que hacía desde que había llegado..., despertar a Sofia. 



—Arriba, bella durmiente ya casi son las diez.—Dijo entrando sin tocar como de costumbre. Sofia no hizo ningún ruido. Beatriz golpeó su trasero pero Sofia solo refunfuño. Le quitó la colcha y la tiró al suelo. Sofia ni abrió los ojos sólo se puso una almohada en la cabeza. Beatriz gruñó.—¡Levántate, culo flojo!—Gritó tomando una almohada y empezando a golpearla con ella. Sofia grito molesta.
—¡Dejame dormir!—Le gritó con su ceño fruncido. 
—¡Vamos, Sof!—Dijo tumbándose a su lado.—Bárbara me envió un mensaje diciendo que hoy almorzamos en Altamira....—Y con una gran sonrisa dijo—Y supongo que quieres arreglarte para ver a tu amor Felix.—Dijo riendo.
—¡PUES SUPONES MAL!—Dijo levantándose de un salto como si nada. Beatriz se echó a reír. 
—De saber que con tan solo nombrarlo te levantarías de un tirón hubiese empezado por ahí...—Dijo entre risa. 





----

Santos estaba en su habitación recostado mirando las fotos que se tomó con Bárbara cuando la puerta se abrió sin previo aviso dejando entrar a Felix.
—¡Buenos días, Calabazita!—Gritó abriendo los brazos.
—Toca. La. Puerta. Felix—Dijo Santos mirándolo con los ojos entre cerrados.
—Anoche no llegaste..., supusimos que estabas follando con Bárbara, o que te había comido un tigre... ¿O fue una tigra?—Dijo viéndolo con una sonrisa, Santos empezó a reír.
>Si tu supieras< Pensó.
—Oye, que mi cuñada vendrá a comer hoy...—Dijo Santos con una sonrisa maligna en su rostro. Felix soltó un bufido.
—Niña malcriada que no sabe lo que quiere.—Dijo rodando los ojos.
—¿Y exactamente que es lo que quiere?
—Pues a mi, Santos.—Dijo a tiempo que lo veía como si estuviera loco.—Soy un partidazo. Osea o te montas en el tren o te quedas.—Dijo haciendo que su hermano menor se partiera en risa.
—La humildad que irradia de ti es sorprendente.—Dijo entre risa.
—Gracias, hermanito.



La puerta se volvió abrir esta vez dando paso a Gonzalo que se tiró en la cama al lado de Santos.

—¡Nenazas!—Dijo sonriendo, puso sus brazos doblados sobre su cabeza.
—Hablando de nenas.—Dijo Felix. 
—Ya dejó de llover y el sol está potente.—Dijo Gonzalo sonriendo.



Unos ligeros toques en la puerta avisaron la entrada de Asunción. 

—Buenos días, hijos míos.—Dijo sonriendo con amor.
—Buenos días, madre.—Respondieron los tres.
—¡Hace un día maravilloso!—Dijo sonriendo a la vez que pasaba.—¿Le dijiste a Bárbara que viniera, no es así?—Dijo viendo a Santos. 
—Si, y dijo que vendría.
—¡Qué alegría! Como me encantaría que te casaras con ella, y luego tú Felix con Sofia.—Santos tocio disimulando la oleada de risa que le producía el comentario de su madre.—O tú Gonzalo con Beatriz...—Dijo Santos estaba rojo sabía que si reía esos dos lo matarían a golpe, en el rostro de Felix estaba su habitual sonrisa, pero Gonzalo carecía de humor. 
—Vamos y yo quiero un unicornio.—Dijo Felix sonriendo. Su madre lo miro seria.
—Como sea, quiero que los tres se levante y vayan ahora mismo a limpiar la piscina.—Dijo en tono de mando.
—Pero...—Dijo Gonzalo con voz quejumbrosa. 
—Sin peros. Vamos, los tres a limpiar. Go. 
—Mamá...
—¡Si escuchó otra queja más haré que venga su padre!—Gritó. Los tres de inmediato se levantaron.
—Bueno pero tranquilita, eh.—Dijo Felix saliendo tras ella.



Casilda les dio jabón, cepillos y otras cosas más para limpiar la piscina.

Santos limpiaba una esquina sin prestarle atención a más nadie, la música de Mägo de Oz.
—Aquí les traigo algo fresquito.—Dijo Asunción llegando con una jarra de jugo. 
—¡Así quería verlos! ¡Restrieguen!—Dijo Antonio llegando con unas bermudas y una camisa blanca.
Santos, Gonzalo y Felix lo miraron con los ojos entre cerrados. 
—Que bueno que estés aquí, Antonio, así ayudas a los muchachos a que acaben más rápido.—Dijo Asunción sonriendo. Los tres hombres miraron a Antonio con cierta burla.
—Pero..—Trato decir el antes de que fuera cortado.
—Sin peros, ahora ve a cambiarte.—Y sin dejarle decir más se fue.



Bárbara estaba concentrada en los documentos que tenía en las manos, siempre era lo mismo. Tuvo que aprender de estas cosas a temprana edad, no le hizo ningún caso a las miradas que le lanzaba Asdrubal. Su padre no había dicho ni una sola palabra desde que entro en el despacho.
Cuando ya tuvieron todo listo, Antón miró a Asdrubal con dureza y dijo tanto para el y para Bárbara.
—Les recuerdo a los dos que ya son mayores de edad, Asdrubal te lo voy a volver a repetir por si no te quedó claro. Una pelea más, así sea el más mínimo pisotón que me entere que le hayas dado a Santos Luzardo y estás fuera. Y si me los encuentro a los dos peleando como animales me importará poco que su padre sea el abogado del diablo ninguno de los dos se va a escapar de un tiro. ¿Entendido?
—Si, patrón.—Respondió cabizbajo Asdrubal.



No podía perder el empleo, era lo único que tenía, no tenía familia, ni nada que lo hiciera permanecer en ese pueblo.
Las mujeres siempre eran las mismas ya las conocía ya se había acostado con cada una de ellas, ya conocía a todos los hombres y cada rincón del pueblo. Sabía sus historias, todo. En cierta manera ya se había aburrido. Esperaba abrir nuevos horizontes y irse. Pero no si su mujer, quería a Bárbara, no soportaba que el idiota de Luzardo estuviera con ella.
No sabía porque tanto odio hacia él, porque no es que fuera el primero con quien Bárbara se acostó después de haber roto con él.
Siguió bebiendo de su cerveza pensando ahora en nada, su jefe le había dado un ultimado que pensaba cumplir a su manera..., ¿Quien dijo que Antón se tenía que enterar? ¿Y quien dijo que lo iba a descubrir? Siguió pensando en las mil maneras en la que Luzardo y Bárbara pudieran morir cuando cierta pelirroja entró al bar, miraba todo el lugar con asco, las miradas de todos los hombres se posaron en ella, Luisana caminó hasta la barra sin darse cuenta que Asdrubal la miraba fijamente.



—¿Disculpe hay algún sitio con Internet en este pueblucho?—Le preguntó al cantinero.
Asdrubal sonrío al verla bien, una niña mimada y rica de la capital, paso su vista por todo su cuerpo y se relamió los labios. ¿Si Luzardo estaba con su ex, por qué no él estar también con la suya?
—Lastimosamente no, señorita. Pero conozco a un tipo, que tiene un amigo que en su casa si hay Internet, si le sirve.—Dijo Asdrubal sonriendo. Luisana posó sus ojos en él, lo miró de arriba a bajo y alzó una ceja altanera.
—No me sirve y mucho menos si la ayuda viene de un tipo como usted.—Le dijo con cierto asco. —En realidad me sorprende que alguien como usted sepa lo que es el Internet.—Dijo haciendo que Asdrubal soltara una carcajada.




---
Bárbara se hallaba entrando en en la hacienda cuando escuchó movimiento en su habitación, cuando entró se encontró con Beatriz acostada en su cama con las piernas apoyadas en la pared y con Sofia rebuscando en su closet.
—¿Se puede saber que haces violando a mi closet?—Preguntó Bárbara al ver a Sofia sacando todo lo que había adentro.
—¡Hola, cariño! ¿Como te fue en el trabajo?—Preguntó con burla Bea.
—¿¡Hay algo aquí que no sea cuero!?—Gritó frustrada Sofi.
—Tal vez si buscas en el otro closet encuentres algo... ¿Espera para que saqueas mis cosas?
—Quiere lucir guapa para impresionar a Feeeelix.—Canturreó Beatriz haciendo reír a Bárbara.
—Pendejadas.—Dijo Sofia rodando los ojos.
Bárbara se acostó al lado de Bea cuando recibió un mensaje.
''Tú, yo esta noche bailando salsa. Piénsalo''

Sonrió al ver el mensaje de Santos, rápidamente respondió.

''Acepto.''

''O.O''

''Ir esta noche contigo a bailar salsa''.

Bárbara rió atrayendo la atención de las chicas.

''No es gracioso. Casi muero.''

''¡Oh Dios casi quedo viuda!''

''No te metas conmigo, Guaimarán''

''Que sexy te ves cuando te enojas, te extraño''

''¡TE AMO!''

''¿Quieres que vayan las chicas?''

''¿Quieres que vayas los chicos?''

''Por supuesto, me muero de ganas por ver a mis cuñados''

''Si sigues así voy a darte tus buenos azotes''

''Por favor, Grey''.

''Joooder''

''¿Qué hace el hombre de mi vida, futuro esposo y padre de mis hijos? ''

''Acomodándome el paquete gracias a tus palabras. Estoy limpiando la piscina con mis esclavos para que mi mujer y sus amigas se bañen. ¿Qué hace lo más bello que hay en mi vida, la mujer de mis sueños y que roba mis suspiros?''

''Me alegra saber que mis palabras te afectan, estoy con Beatriz viendo como Sofia pelear con mi closet''

''Querida cuñada, lamento interrumpir tu tiempo de sextear con mi hermano, pero... ¿¡ESE IDIOTA ESCRIBIÓ ESCLAVOS!? La madre que lo parió voy a matarlo. Bárbarita te lo robo por unas cuantas horas.''

Bárbara reía como loca al leer los mensajes nuevamente, amaba escribirse mensajes con el tonto de Santos. Beatriz le arrebato le teléfono y los leyó también al igual que Bárbara esta empezó a reír.
—¿Se puede saber de que se ríen tanto?—Dijo saliendo del closet. Tomo el teléfono y rió con las dos mujeres.—Es hora de selfie.—Las tres mujeres posaron y se tomaron varias fotos.
Bárbara puso una de perfil.


Santos estaba sudado al igual que los otras tres, ninguno tenía la camisa, ya que se las tuvieron que quitar porque el calor era muy fuerte.
Santos vio la imagen de perfil de Bárbara y sonrió, Felix que estaba a su lado la vio y sus ojos fueron directo a Sofia. 
—¡¿Qué esperan para seguir trabajando!?—Gritó Gonzalo.
Santos antes de seguir puso como foto de perfil una que se tomaron anoche.

----
—¿De verdad no piensas ir?—Le preguntó por enésima vez a su padre que estaba sentado en la sala viendo unos papeles.
—No.—Dijo sin despegar la vista de los papeles.
—Nos invitaron a todos...
—No. Te invitaron a ti.
—¡Vieja!—Gritó. Eustaquia fue corriendo asustada.—Ayúdame a convencer a este sujeto a que vaya.—Le pidió.
—Bárbara, si Antón no quiere ir ¡Pues que no vaya!
—Hazle caso a Eustaquia.—Dijo dirigiéndole una mirada de cariño a la mujer.
—¡Ustedes dos están encompinchados! Saben que si no quieren ir ¡NO VAYAN!
Bárbara salió molesta mientras seguía soltando sapos y culebras por la boca. Antón y Eustaquia se miraban divertidos al ver la escena de Bárbara.


----
A las doce en punto las tres mujeres bajaron del auto. Sofia llevaba un pantalón de cuero con una camisa blanca. Beatriz una falta más arriba de las rodillas negra con una camisa azul y Bárbara un vestido rojo que le llegaba a las rodillas muy fresco.
Santos salió a recibirlas pero antes de llegar a ellas su madre en una carrera ya las estaba abrazando con entusiasmo.
Santos rodó los ojos y sonrió. Su mirada recorrió el cuerpo de Bárbara y tuvo que acomodarse nuevamente el pantalón. Parecía un niño de quince años con las hormonas alborotadas.
Su mirada conectó con la de su mujer y sonrieron al mismo tiempo, Santos llegó hasta ella y sin importarle las miradas de las presentes poseyó su boca con entusiasmo.




Asunción, Sofia y Beatriz apartaron la miradas. Se separaron jadeantes y sabiendo que nadie los estaba mirando Santos le apretó el trasero acercándola para que sintiera su erección, Bárbara sonrió entre apenada y excitada.
Sofia tocio para hacerles saber que aun seguían ahí con ellos.
Santos se volvió hasta donde estaban ellas y sonrió abrazándolas.
—Niñas.—Dijo besando sus cabezas mientras escuchó cuando las dos al mismo tiempo lo llamaron ''cuñado'' haciendo que soltara una pequeña carcajada.
Entraron en la casa guiados por Asunción que venía hablando sin parar, almorzarían en el jardín de atrás así que los guió hasta allá, Santos jaló a Bárbara a su lado dejando que su madre se llevara a sus amigas.
—¿Y tú padre?—Preguntó ella nerviosa de que bajara y los encontrara manoseándose.
—Se sintió mal así que no nos acompañará. ¿El tuyo?
—Tuvo trabajo que hacer.
—Somos pésimos mintiendo.—Dijo sonriendo.—Estás hermosa.
—Gracias.—Dijo llevando una mano a la mejillas de Santos para acariciarla—Usted también se ve muy guapo. Santos la atrajo a él para besarla y aprovechando el momento le dio un azote que hizo que gimiera.
—¿Y eso?—Preguntó sonriendo.
—Eso fue por andar provocandome por mensajes.—Contestó riéndose.
Ambos llegaron a donde las tres mujeres les esperaban.
—¿Y los demás?—Preguntó Bárbara.
—No tardan en bajar, se están terminando de arreglar.—Contestó Santos tomando asiento.



El primero en bajar fue Felix que vestía un pantalón vaquero y una camisa de lino blanca.
Saludo a las tres mujeres con un beso en la mejilla y cuando fue a saludar a Sofia hizo el beso más largo.
—Señorita.—Susurró. Sofia sintió sus mejillas sonrojarse, Bárbara y Beatriz se miraron disimuladamente con una sonrisa.
—Señor.—Dijo Sofia tratando se recomponerse. Felix sonrió.
Gonzalo salió con Antonio que venía riendo de alguna estupidez que decía este otro. 
Ambos saludaron con su habitual sonrisa, Gonzalo de vez en cuando cuando Beatriz estaba distraída la veía.
Entraron a la sala cuando sintieron que el sol se puso muy picoso. Menos Sofia que con un vaso de jugo estaba viendo la piscina perdida en sus pensamiento.
—Mi madre hizo que la limpiáramos para ustedes.—Dijo una voz tras suyo.
—Ah!—Gritó Sofia antes el susto y por su impulso le tiró el jugo a quien estaba detrás de ella. Cuando se voltio vio a Felix que la miraba con diversión lleno de jugo.
—¿Qué acaso es costumbre?—Preguntó riendo.
—Disculpa, me has dado un susto de muerte.—Sofia se sonrojo notablemente.

A este paso el hombre a de pensar que soy estúpida. Pensó.

—No fue mi intención.—Dijo mientras trataba inútilmente de quitarlo con sus manos, para diversión de Felix.
—Nunca lo vas a quitar, flaca.—Dijo riendo.
—De acuerdo esto es vergonzoso.—Dijo Sofia quitando sus manos del cuerpo de Felix.
—Y puedo enojarme mucho si no haces algo por mi.—Felix se puso derecho y puso una mirada serio.
—¿Y qué cosa sería esa?—Dijo inocente Sofia esperando que el hermano de Santos no se enojara y la sacara arrastra de su casa.
—No te hagas la loca que sabes bien lo que quiero.—Dijo Felix sonriendo mostrando todos sus dientes. Sofia se lo pensó un minuto hasta que lo recordó y bufó.
—Créeme que nunca lo voy aceptar.
—¿Quien está hablando de qué tú lo aceptes? Te estoy diciendo que me lo pidas... Y a lo mejor yo olvide que me rechazaste dos veces.
—¡Ni loca! ¿¡De verdad crees que caería tan bajo!?—Dijo molesta. El tipo era un egocéntrico de lo peor.
—¿Soy caer bajo?—Dijo Felix soltando una carcajada incrédulo. Ninguna mujer le había hablado de esa manera. Nunca.—Flaca, sabes que lo quieres...
—Vete a la mierda.—Se iba a voltear para irse pero antes Felix en un rápido movimiento la empujó a la piscina.—¡AHH!—Gritó. Felix se agachó a la altura de Sofia sonriendo.
—¿Por qué eres tan testaruda, preciosa?—Sofia ni le contestó, tenía unas ganas de abofetearlo pero no le hizo caso y salió de la piscina. Su camisa blanca se le pegaba al cuerpo haciendo que se le viera el sujetador. No llegó muy lejos con su huida ya que Feliz le tomo de la muñeca y la volteó.
—¿Qué tengo de malo?—Dijo sin importarle que la chica estuviera mojada y molesta.
—Eres egocéntrico, prepotente, un niñato malcriado que no acepta un no ¡Eso eres!—Le gritó.
—¿Me llamas malcriado? ¿¡Y Tú ni siquiera puedes aceptar una maldita cita por el orgullo!?
—No es por orgullo... ¡Es porque no quiero!—Y en un rápido movimiento Felix la tomó de la cintura haciendo que sus respiraciones se agitaran más.
—¿No quieres?—Se empezó a reír.—Claro que quieres. ¿O es que solo te quieres saltar la cena e ir directo a postra?—Dijo subiendo y bajando las cejas. Sofia trago mientras trataba de no pensar cosas sucias.
—Haz el favor de soltarme..., si antes no quería ¡Ahora menos!—Felix no le hizo caso, pero sabía que el enojo de la morena iba en aumento y que no tardarían en ir a ver si estaba bien, así que sin hacerle caso a las demás cosas que seguía diciendo la besó en el cuello. Sofia sintió que el mundo se paró al sentir ese toque tan intimo, sus rodillas empezaron a temblar y su corazón se aceleró. Felix la soltó y se dirigió adentro de su casa. Sofia se llevó la mano a donde anteriormente el la había besado y se mordió el labio. Pero luego su furia aumentó... ¿La había lanzado a la piscina?
Felix pasó directo a cambiarse a su cuarto sin hacerle caso a las preguntas de su madre.
Al rato entró Sofia que llamó la atención de todos por su aspecto. Santos rodó los ojos sabiendo más o menos lo que le pasó y maldijo a Felix en su interior. Bárbara no tuvo que preguntar para suponerselo.
—¿Hay ropa en tu armario?—Le preguntó en susurro a Santos quien asintió disimuladamente. Bárbara se paró llamando la atención de Beatriz que al igual que ella se dirigió hasta Sofia que trataba de controlarse.

1...2...3...5..10...53!!! Pensó la petiza.

Asunción veía en shock la escena, mientras Gonzalo trataba de ocultar una sonrisa. Antonio conecto su miraba con la de Santos.
Bárbara arrastró a Sofia hasta la habitación de Santos sin hacerle una pregunta.
Y fue poner un pies adentro cuando Sofia gritó llena de frustración.
—Maldito Luzardo.
—Shuu.—Rió Beatriz.
—¡Que me escuche!—Dijo sin importarle.
—No me refiero a Felix, me refiero al mayor Luzardo.—Dijo sin parar de reír.
—Vete a la mierda.—Dijo lanzandole la camisa mojada a la cara, pero eso solo incrementó sus ganas de reír.
—Calma las dos—Dijo Bárbara tratando de no ponerse en lado de ninguna de las dos. Le tendió un par de bragas y un sujetador, Sofia con furia se quitó el pantalón y al igual que la camisa se lo lanzó a Beatriz que reía en la cama hasta que paró en seco y mirando a Bárbara con los ojos en plato dijo:
—¿Aquí es donde Santos y tú se la pasan follando como conejos!?—Y luego se echo a reír con Sofia. Bárbara rodó los ojos y se tiró a la cama.




Santos se levantó y fue directo al cuarto de su hermano, entró sin tocar la puerta y lo vio sentado en la cama y con una sonrisa gigante, Santos alzó una ceja pero Felix ni se inmutó por la mirada que le lanzó su hermano menor.
—¿Me explicas que pasó con Sofia?
—Nada ¿Qué va pasar?—Dijo sin mirarlo a los ojos.
—Ajá y me chupo el dedo luego ¿no?
—Me hizo enfadar y le di un empujoncito a la piscina.—Dijo tratando de no reír.
—¿Un empujoncito?—Santos soltó una leve carcajada que Felix siguió ambos, empezaron a reír.

Las mujeres decidieron darse un baño en la piscina, jugaron a la pelota mientras Gonzalo y Antonio las veían divertidos mientras hablaban. Más de una vez Gonzalo quiso acercarsele a Beatriz pero no pudo, en vez de eso frunció el ceño.
—Los veo mal...—Dijo Felix saliendo de la casa.
—Es una maravillosa vista.—Contestó Antonio. Gonzalo solo bebió de su botella ocultando una sonrisa.
Santos que venía saliendo quedó viendo a Bárbara con ese bikini y frunció el ceño, no quería que sus hermanos la vieran así. Por eso empujándolos los llevó al jardín del frente ignorando toda quejas de los tres.
Asunción rió al ver a su hijo llevando a rastras a los otros tres hombres, entonces recuerdos llegaron a su mente recordó cuando José era así con ella y sintió como lagrimas le nublaron la vista sin querer llegar más allá sacudió todo recuerdo y se salió por unos momentos de la piscina y fue tras sus hijos. Al llegar al jardín del frente les gritó que fueran a poner la mesa. Santos fue refunfuñando.
Bárbara al verlo fue hasta él y pasó sus brazos por su cuello dejando varios besos por su mandíbula.
—¿Por qué estas enfurruñado?
Santos le tomó la cintura posesiva mente dejando en claro su disgusto por el corto traje de baño de Bárbara.
—No me gusta esto.—Dijo con su ceño fruncido.
—A mi si.
—Si y a mis hermanos también.—Dijo rodando los ojos.
—Y a mi me gustas tú.—Dijo besando sus labios.
—¡Oye, Santos deja de llorar como un bebé en los brazos de Bárbara y vamos hacer unos largos!—Le gritó Antonio lanzándose a la piscina.



Bárbara rió en los brazos de Santos y lo besó, Santos se dejó besar por su mujer que cada vez lo volvía más loco sin previo aviso cayeron los dos a la piscina gracias al empujón de Gonzalo y Felix todos los presentes estaban riendo y disfrutando del día.
Sofia guardo distancia con Felix aunque esté no le dirigía ni una palabra. Beatriz sintió curiosidad por Gonzalo que tras sus lentes oscuros no paraba de mirarla, Bárbara y Asunción estaban hablando de distintas cosas, mientras Santos y Sofia jugaban a la pelota.
—A penas si puedo resistirme a no tomarles fotos a tantos Adonis sin camisas.—Le dijo en susurro Sofia a Beatriz que con la motivación de Sofia empezó a sacar fotos sin que ellos se dieran cuenta.
Aunque Santos la vio con el teléfono sin saber que estaba sacando fotos le pidió que los fotografiara a todos. Y así se las pasaron un rato tomando muchas fotos.
Casilda salió a la hora previa avisando que ya el almuerzo estaba listo.
Cuando estuvieron todos sentados Bárbara y Santos apenas si pudieron contener sus ganas de tocarse bajo la mesa.
Con tristeza las mujeres se tuvieron que despedir ya se habían hecho las cuatro de la tarde y tenían que arreglarse si querían ir a bailar.
—Llevaré una camisa negra, así se notará el manchon por si te da otra vez echarme la bebida encima. —Dijo Felix en susurro cuando pasaba al lado de ella. Sofia lo miró atónita. Se pasó el resto de la tarde ignorándola y ahora le dice esa estupidez.




Santos le besaba el cuello a Bárbara mientras veía con desconfianza el carro donde pronto su mujer partiría siendo ella quien los conduzca.
—Llámame cuando llegues.—Le repitió.
—Si, mi amooor.—Canturreó Bárbara besándolo.
Cuando se fueron tres hombres sintieron una gran perdida...

Se hicieron las siete y las tres mujeres estaban lista..., bueno casi. Estaban en ropa interior, maquilladas y peinadas pero estaban esperando a que la pintura de uñas secara mientras escuchaban música y cantaban.
—¡No espero amor ni odio ya vengo bastantes con mi dolor maldigo el episodio lo peor es que yo fui quien lo escribió, me esperan los demonios que deja tú olvido que juega conmigo ya se que es cobarde pedirte en una canción perdón!—Gritaron las tres el coro. Sofia al terminar la canción gritó al reconocer una de Caramelos de Cianuro.
—Me llaman la nena, la nana y la nonna me dicen que me veo más guapo en persona me dicen Asier, Asier atrapa mi brasier ¿Qué puedo hacer?.—Beatriz Canto la otra parte levantándose de la cama y dando un baile sensual que hizo reír a Bárbara.
—Estrellas menores, famas y plata mis discos de oros en discos piratas como un pez grande vivo el sueño en el estanque más pequeño.
—Quédate tranquila mejor menor ¿No te das cuenta que yo soy un señor? Y además no se supone que te gusten los treintones—Eso lo canto Bárbara al igual brincando en la cama.
—Dos caras ¡DOS CORAZONES!
Las tres disfrutaron de la canción gritando y bailando como en los viejos tiempo.

Las tres tomaron rumbo al local que se llamaba ''Guantanamera'' y las tres gritaron al unisono al escuchar una canción de la gran Celia Cruz.
Cuando entraron vieron a todo el mundo en la pista y las ganas de bailar de Sofia aumentaron. Bárbara y Beatriz escanearon el lugar con la vista en busca de Santos no fue difícil encontrarlos cuando vio que su hombre y sus dos hermanos eran el centro de atención de las miradas femeninas. Bárbara gruñó y apretó el paso para llegar hasta él. Cuando Santos la vio caminar hacia él sonrió la recibió con un beso ligero en los labios pero Bárbara quería más así que lo hizo más fogoso.
—Hola.—Sonrió ella limpiando las comisuras de los labios de Santos.
—Tierra a los tórtolos.—Dijo Gonzalo riendo.
—Cuñados.—Dijo Bárbara besándolos y abrazándolos con familiaridad. Cuando se dio la vuelta vio a sus amigas saludando a Santos, su mirada fue directo a Gonzalo y Felix que no se perdían ningún movimiento que hacían las dos mujeres, así que Bárbara con una sonrisa les dijo en tono guasón.



—Solteritas y a la orden.—Dijo riendo. Gonzalo despegó la mirada de Beatriz pero Felix no, algo que Sofia ya había notado.
—Señor—Dijo Sofia con un tono frió hacia Felix.—¡Gonzalo!—Dijo sonriendo y recibiendo un abrazo por parte de él.
Beatriz fue más corta de emoción con un tímido movimiento de la mano.
—¿Y Antonio?—Preguntó Bárbara por encima de la música.
—Ese cabrón ya pescó.—Contestó Gonzalo señalando con su cabeza a donde estaba Antonio bailando con una morena.
—¡Pues salud por él!—Gritó Sofia tomando un trago de su chupito, los presente en la mesa brindaron entre risas.
Cuando la canción cambió a una de Marc Anthony y Jennifer Lopez que se llama ''Escapémonos'' Santos se levantó haciendo que Bárbara lo hiciera con él. Había estado moviendo algunos contactos y pronto podrían tomarse unas vacaciones de todos.

''Para que estemos solos amor, el universo se nos quede en un abrazo
Donde se esfumen esas dudas y esos miedos que nos queden del pasado''

¿Y quien le contó a esa canción de lo nuestro? Pensó Bárbara.

Los dos bailaron toda la canción con una sonrisa, ambos sabían bailar a la perfección haciendo que algunas personas que estaban a su lado se pararan a apreciar como se movían. 
La mesa quedó en completo silencio cuando Santos y Bárbara abandonaron el lugar. Ninguno de los cuatro ni sabia que decir.
—¿Y si hacemos lo de la canción y nos escapamos?—Le preguntó a Bárbara quien sonrío al escucharlo.
—Me encantaría.

Una mujer se acercó a la mesa y le pidió a Felix que la acompañase a bailar, esté sin siquiera dudarlo aceptó. Sofia ni le lanzó una mirada. Beatriz miraba la escena con las cejas alzadas.
Cuando la canción acabó Santos y Bárbara volvieron a la mesa, Felix se quedó en la barra hablando con un conocido suyo.
La mesa se volvió animada, Beatriz hablaba poco con Gonzalo pero se veía que acordaban en algunas cosas y cuando no ambos se ponían a discutir el tema llegando a fondo.
Sofia vio que Felix seguía hablando con el hombre, entonces la pequeña diablilla que tenía en el hombro izquierdo y ella hicieron un plan.
Cuando la botella de la mesa se acabó Sofia se dispuso ir a la barra a ordenar otra, tuvo una pequeña con Santos por ver quien iba pero a la final lo consiguió; cuando llegó a la barra se puso a dos personas de donde estaba Felix. Cuando las dos personas que estaban allí se fueron, Felix escuchó su dulce voz pedir, sin pensarlo dos veces se volteo a verla mientras su amigo hablaba, recorrió su cuerpo con los ojos. Un vestido rosa que le llegaba más arriba de las rodillas y un escote en la espalda, sonrío más cuando sus ojos se encontraron con los suyos. Cuando Sofia ya había hecho el pedido y el cantinero le había asegurado que ya se la llevarían a su mesa con descaro se puso en frente del amigo de Felix, este los miraba con atención.
—Disculpa, ¿Me regalas uno?—Dijo con coquetería pidiéndole un cigarrillo.
—Claro, princesa.—Dijo el extraño sonriendo tendiéndole el cigarro. Sofia se lo llevó a la boca y el le prendió fuego.
—Gracias.—Dijo dándole una calada. Felix los veía con desagrado, su ceño fruncido estaba muy pronunciado.
—¿Te apetece bailar, muñeca?—Preguntó viendo el escote de Sofia.
—Claro, encanto.—Dijo lo mismo que Felix le dijo a la mujer con la cual anteriormente había bailado.

Su amigo le dio un asentimiento con la cabeza y se llevó a Sofia a la pista.
Felix gruñó sin despegar la vista de ellos.

Gonzalo miró la escena con una sonrisa burlona, estaba pensando en los chistes que le podía sacar a esto.
Bárbara conversaba con Beatriz y Santos acerca de muchas cosas, Beatriz reía a carcajada por las cosas de la pareja que tenía enfrente. Gonzalo hace tiempo que había dejado de hablar pero estaba pendiente de los temas de conversación del grupo.
Un hombre se llevó a la pista a Beatriz y Gonzalo los siguió con los ojos.
—Estás muy callado.—Le dijo Bárbara mientras Santos estaba en el baño.
—Estoy cansado, eso es todo.—Dijo sin mirarla a los ojos.
—Si te gusta Beatriz ¿Por qué no le hablas?—Dijo siendo clara. Gonzalo la miró como si estuviera loca.
—N-No me gusta Beatriz—Dijo tartamudeando.
—El que tiene ojos que vea.—Dijo riendo.—Mi querido Gonzalo eso es como decir que a Felix no el gusta Sofia ¡Solo míralo!—Dijo riendo aun más.
—No me gusta, puede que me llame la atención pero vamos hasta ahí.—Y no queriendo seguir con el tema se levantó y le tendió la mano.—Ven vamos a bailar.—Ambos fueron a la pista mientras sonaba ''Tu amor me hace bien''


Santos venía saliendo del baño y vio a su mujer bailando con Gonzalo y sonrió.
Luego vio a su hermano en la barra con el ceño fruncido y fue hasta él.
—¿Qué pasa?
—Nada.—Contestó sin más.
—Vamos, tienes cara de pocos amigos.—Dijo Santos riendo.
—Que no tengo nada, ya deja el tema.—Dijo Felix dándole un sorbo a su trago.
—Vaya, te saltó la térmica.—Santos vio a Sofia bailando con aquel hombre desconocido y supuso que era eso por lo que su hermano estaba tan enojado.—Ve a bailar con ella.—Le propuso él.
—No.
—Felix Luzardo trágate por un minuto tu orgullo y ve a bailar con Sofia.
Felix miró a su hermano menor que lo seguía alentando y soltando un suspiro fue hasta Sofia justo cuando la canción cambio por ''Cambio de piel''
—¿Me permite?—Le dijo con una sonrisa a su amigo que rodando los ojos se separó de Sofia dejándolos solos. Felix antes de que Sofia tuviera tiempo de protestar la tomó de la cintura y empezaron a moverse, Sofia rodó los ojos al ver que Felix llevaba una camisa negra. —Por lo menos hay un avance, esta vez no me echaste nada encima.—Dijo sonriendo.
—No es mi culpa que cada vez que nos encontremos choquemos o me asustes.—Dijo ella un poco avergonzada.

Bárbara se acercó a Santos que seguía en la barra enroscó sus brazos en el cuello de este y lo besó. Santos tomó su cintura con posesión y la acercó más a él.
—No te lo dije pero estás muy guapa.—Dijo cuando se separaron. Bárbara llevaba una falda roja de cuero y una camisa negra manga larga.


—Usted igual señor Luzardo.—Santos solo llevaba un pantalón jean y una camisa blanca acompañado de sus fieles botas de cuero. 



—¿Y si nos escapamos?—Dijo viéndola con deseo.
—¿Y hacer qué?—Preguntó ella sonriendo.
—Cosas malas.—Bárbara besó sus labios con mucha pasión—Muy malas.



----
Gonzalo rodó los ojos al ver que él ¡ÉL! Estaba solo en la mesa, no le tomó más de dos minutos pensarlo así que se levantó y fue directo a Beatriz que al verlo se quedó quieta en su sitió; Gonzalo apartó de mala manera al peón que bailaba con ella y empezaron a bailar. Beatriz al principió estaba ida, aun no comprendía ¿¡QUÉ CARAJOS HACÍA ELLA BAILANDO CON ''DON TENGO CARA DE CULO TODO EL TIEMPO''!?
Beatriz se dejó guiar por él.
—Eres muy serio.—Se le escapó. Gonzalo sonrió apenas pero no contestó. Ambos sintieron esa carga eléctrica que había entre sus cuerpos. Como si los llamaran.


Sofia y Felix seguían bailando callados, en una vuelta Felix pegó a Sofia de su torso haciendo que ella se estremeciera. 

—Eso, así me gustas... mansita.—Dijo riendo en su oído, Sofia bufó y le dio un pizoton que hizo que Feliz gimiera de dolor. 



Molesta por su comentario buscó a Bárbara con la mirada la encontró saliendo del baño con Santos riendo. 
Rodó los ojos mientras sonreía. ¿Como es posible que no estuviera embarazada? Se preguntó mientras iba junto con la pareja.

—¡Hey!—Dijo Bárbara a la vez que ella llegaba.
—¿Y esa cara?—Preguntó Santos. 
—¡Tú hermano es un cretino!—Gritó dejando impresionada a Bárbara y a Santos. Ambos creían que las cosas entre ellos iban bien. 
A ellos también llegó Beatriz que venía bufando al ver la cara de esta ninguno se atrevió a preguntar. 
—Bueno, cuando quieran nos vamos.—Dijo Bárbara tomando la mano de Santos. 
—Sabes que ustedes tendrán cosas por hacer, aprovechando que tú padre no estará en casa... así que vayámonos.—Dijo Beatriz distraída.
—Yo me quedo.—Dijo Sofia, Bárbara la miro esperando a que continuara.—Yo buscaré con mis propios medios como irme.—Sonrió haciendo que Santos riera. 
Después de convencerlos y de asegurarle que no se iría tan tarde y mucho menos tan borracha los tres se fueron. 


Felix y Gonzalo estaban recostados de la barra viendo el lugar con poco interés. 
—¿Y qué tal las cosas con la petiza?—Le preguntó Gonzalo iniciando.
—Toda una tigrita.—Dijo haciendo reír a Gonzalo. —Te vi bailando muy acaramelado con Beatriz ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué se fue?
—Ni puta idea. Se fue así sin más.—Gruñó. 



Las horas pasaban, Sofia bailaba con cada hombre que se le acercaba, para malestar de Felix. 

Gonzalo le pidió retirarse, ya no tenían nada más que hacer ahí. Felix le pidió que lo esperara en el auto. 

Se acercó a Sofia que estaba también saliendo, sola gracias a Dios. 
—Nos vamos.—Dijo Felix asustandola mientras le tomaba del codo y la arrastraba a la fuerza al carro. 
—¡Yo contigo no me voy!—Gritó enojada. 
—¿Y entonces con quien te vas, eh?—Dijo sonriendo sin humor. 
—Pues... ¡Con él!—Dijo Gritando señalando a Antonio que venía saliendo con una mujer. Sofia corrió hasta él—Por favor, no hagas que me vaya con ese sujeto ¡Está loco! 
—¡Sofia ven aquí ahora!—Gritó Felix enojado. 
—Deja, yo la llevo.—Dijo Antonio tranquilo como siempre. 
—No ella no va a...
—El me lleva y punto en boca ¡James Bond!—Dijo tomando a Antonio y su acompañante de las manos y arrastrándolos.
—Sof, la camioneta está  por allá—Dijo Antonio divertido. Sofia gruñó y los arrastró de nuevo pero esta vez por donde si era, no le hizo caso a la mirada matadora de Felix ¡Qué le den! 


---
Felix se hallaba azotando la puerta de su cuarto ¿Pero que se creía esa enana? ¿Y por qué el se descontrolaba de esa manera? Se preguntaba. Miró en su reloj, las 3:16 am. Se tiró en su cama aun enojado. 
Recordó como ella bailaba con todos esos hombres y gruñó, entonces recordó en el momento que ellos dos bailaron, joder eran ellos los únicos que estaban en ese lugar.
Gruñó mucho más, a esta altura parecía más un toro, bufando y gruñendo. 
¿Por qué no podía sacarse de la mente a esa niña?


-----

Sofia hace rato había llegado, estaba enojada y excitada, ver a Felix de esa forma le encantó. 
Se recostó en su cama y trató de dormir. 
Estaba dando muchas vueltas cuando sintió que su colchón se hundía iba a gritar cuando sintió una mano tapando su boca. 
—Shuuu!—Le dijo Felix. 

Había subido por su ventana rogando a Dios que fuera esa la correcta, no quería entrar a la de su hermano y verlo intimando con su mujer. 

—Me vas a dejar dormir en tu cama.—Le dijo así de simple quitándose los zapatos.
—¿Y por qué lo haría? —Dijo Sofia viendo como aquel sujeto con descaro se quitaba la camisa.
—Porque en la mía no puedo dormir porque no paro de pensar en ti—Le dijo Felix al tiempo que se quitaba el pantalón quedándose solo en ropa interior. Se acostó al lado de una Sofia muy nerviosa. 




¡Hola! 
Si, no estaba muerta. 
Quería avisarles que si..., voy a seguir escribiendo. 
¡Feliz año! 
Este año me propuse a terminar estas dos novelas. 
Prometo no volver a desaparecer así (No tengo escusa) :D
Bueno si les gustó, comenten y compartan con sus amigas.
Dejen sus comentarios y sugerencias, me encanta leerlas <3.