viernes, 23 de enero de 2015

Capítulo 3.


—¿¡Se puede saber que hacen aquí?—Dije en casi un grito. Los mato, juro que los mato.
—Hola, hermanito.—Me saluda el imbécil de mi hermano, con la mirada le digo todo menos bonito.
—Presentanos.—Dice Gonzalo que se come con la mirada a Bárbara.
—Bárbara, ellos son Felix y Gonzalo.—Al instante de decir Bárbara me arrepentí, le había contado a Gonzalo lo de Bárbara una noche cansado de que no lo escuchara me recrimino y terminé soltando todo, y conociendo lo bocaza que es se lo habrá contado a Felix. A ambos se le iluminó la mirada al reconocer el nombre. Maldita sea, solo falta Antonio y arman la rebambaramba. 
—Un gusto.—Ella estrecha la manos de ambos y sonríe. 
—Así que...—Escucho decir a mi hermano, rayos reconozco ese ''Así que...''—¿Como haces para soportar a mi hermano?
Bárbara ríe.
—Masoquismo puro.—Dice y todos hasta yo reímos.
Pasamos hasta la sala. Ya me escucharan cuando Bárbara no este.
No habíamos llegado a la sala cuando se escuchó una camioneta parar afuera. Más vale no ser quien este pensando. Dios, que no sea...
—¡Buenas!—Se escuchó decir Antonio.
¡Maldición! El que faltaba.
—¡Antonio Sandoval!—Le grita en saludo mi hermano.
—¡Felix Luzardo!—Ambos se abrazaron.
Mi hermano hizo las presentaciones, bueno la de Gonzalo y Antonio. Bárbara me hizo una seña para que la acompañara afuera.
—Bueno, ha sido un gusto conocerlos. Espero volver a verlos, adiós.
Y hay estaba otra vez esa extraña sensación de no querer que se fuera.
—Te acompaño.—Me ofrecí.
—Claro que lo harás.—Susurró Gonzalo.
Omití eso. Una vez afuera la atraje a mis brazos, eran como las cuatro y no tenía la excusa de que estaba oscuro. La besé lento saboreando su dulce boca, no se había ido y ya la extrañaba.
—¿Cuando te veré?—Y hay vamos de nuevo, una ceja primero y luego la otra.
—Mañana estaré con mi padre, necesito arreglar unos papeles con tu primo de la hacienda, creo que no será mañana. 
Mi primo, Lorenzo Barquero, había estado casado con mi tía Cecilia como por 10 años, luego se cansaron y se divorciaron aun mantenían contacto. 
—Bien, pero...—Bárbara me  cortó.
—Que te parece..., si entras disfruta de la compañía de aquellos hombres maravilloso y no los mates al escuchar todas esas bromas que estoy segura que te harán.—Sonrío divertida.
Ella ni siquiera sabia que tipo de bromas me esperaban. 
—Adiós.—Le susurré y no me pude resistir a volver a besarle. 
—Adiós. 




Vi como se alejaba en el caballo, suspiré pesadamente. Entré a la casa.
—Así que...—Empezó Felix.—Santos y Bárbara sentados bajo un árbol dándose besitos...—Empezó a cantar esa ridícula canción.
—Cállate.—Le escupí amargamente.
—Ahora si no entiendo como es que la pobre te aguanta...—Dijo Gonzalo fingidamente consternado.
—Si hubieras visto como me los encontré ayer...—Dijo Antonio. Mierda.
—Santos, el sumiso.—Rió mi hermano.
—Ja, ja... Cambiando de tema, ¿Qué hacen aquí?—Pregunto sin querer perder la calma.
—¿No puedo venir a visitarte, cielo?—Responde Gonzalo haciendo reír a Antonio, ya van haciendo buenas migas. Idiotas. Los tres.
Después de habernos bebido entre los tres como cuatro botellas, ya me dolían los dientes.
—Oigan si algunos de ustedes tres me viola, please que el padre de mi hijita se haga cargo.—Dijo Gonzalo tirado en el suelo.
—¡TE VOY A CAMBIAR EL NOMBRE!—Empezó a cantar mi hermano.—Para guardar el secreto, por que te amo, y me amas y alguien debemos respeto!—Y me señala mientras bailaba. Yo río y aun más al ver a Antonio cantando al igual que el, luego los cuatro estamos encima de: Mesa, sillas y muebles.



Y nos dormimos cantando esa tonada...

¡QUÉ DOLOR!
Me despierta un dolor en todo el cuerpo, y ya veo porque, estoy en medio de la escalera. ¿Como llegué yo aquí? Trato de levantarme pero estoy todo mareado, cuando consigo mantenerme de pie veo el desorden que hay por todos lados, cojines regados, botellas, comida, vasos y platos ¡Por favor solo eramos cuatro! Perecía que aquí ardió Troya. Bueno la va arder en lo que Casilda vea esto. 
Gonzalo está en la encimera, en una pose nada cómoda, Antonio esta espachurrado en el suelo con una botella bajo el brazo y Felix tiene mitad de cuerpo en el mueble y la otra mitad en el suelo. 
Los despertaría o le tiraría una foto pero el dolor me esta matando.
Trato de despertar delicadamente a Gonzalo pero solo consigo gruñidos así que lo empujo y cae al suelo soltando un gran alarido.
—¡Eres un cabrón!
—Bueno días, amorcito.—Me burlo. Lo veo llevarse las manos a la cabeza y cerrar los ojos.

''Bienaventurados Los Borrachos Porque Ellos  Verán A Dios Dos Veces''.
—Ayúdame a despertar a estos dos.
Cuando por fin los despertamos vamos cada uno a sus habitaciones. Dormir, necesito dormir.

Me despierto como a las dos de la tarde desubicado. Aunque el dolor a bajado el levantarme tan rápido hace quejarme un poco. Cuando bajo las escaleras veo todo reluciente, como si nada hubiera pasado ¿Qué coño?
Voy hasta la cocina, y me encuentro con la cara molesta de Casilda.
—Buenos días, niño Santos...,¿Acaso tuvo una fiesta anoche?
—Buenos días, Casilda..., algo así Felix llegó de sorpresa con un amigo y luego Antonio.
—Ah, ¿Quiere algo de comer?
—Ahorita no me acabo de levantar y además tengo una resaca que me va a matar. Pero si te acepto un café.
Ella asiente y se va.
Apoyo la cabeza en la mesa, en la base fría y solida, ¿Como llegué a la escalera? 
Recuerdo haber cantado una mala imitación de Secreto de amor pero hasta ahí. No más alcohol para mi. Pienso en Bárbara ¿Qué estará haciendo? Imagino sus risos al compás de viento cuando está a caballo, su risa, sus ojos..., no tengo cura..., no hay cura para el amor. Casilda llega con el café y me lo pone en frente, se lo agradezco, y conociéndola se que pronto soltará un discurso acerca de la hacienda, la bebida y blah, blah, blah. Dejo que hable lo que sea. Pronto llega Antonio que tiene una cara de mil demonios, pobre...
En un rato estamos los cuatro tomando café, no hablamos, estamos que explotamos por el dolor de cabeza. Hasta que oigo unas llantas frenar y luego pasos adentrarse a la cocina, no alzo la cabeza de la mesa sino hasta que escucho aquella voz.
—Vaya fiesta el que se debieron dar anoche mira esas caras.—Bárbara. Entro en la cocina con su sonrisa hermosa.
—Buenos días.—La saludan aquellos tres con gruñidos.
—¿Están consiente de que son como las tres de la tarde ya?—Rió.—Buenos días—Me saludo y me dio un corto beso que aleteó mi corazón.—Bueno vengo de pasada, un pajarito me contó que tenían una resaca y les traigo esto. De una bolsa saca cuatro botellas llenas de algún liquido extraño. La miro confuso.—Deben beberla, el dolor cesará pronto.—Explicó. Felix se encogió de hombros tomo una de las botellas y se la bebió de un tiro. Nosotros tres les seguimos. Que asco, tiene un sabor amargo y dulce. 
—¿Qué es?—Pregunta Antonio limpiándose la boca. 
—Un remedio que usan los borrachos para no tener resaca.
—¿Como lo sabes?—Preguntó Gonzalo.
—Mi padre es ''El señor del cacique'', sería más que extraño no saberlo.—Explicó divertida. Perece que a la señorita Guaimarán le divierten los resacosos.
Hablamos unos minutos, y mi dolor desaparece. Me levantó para acompañar a Bárbara a la salida, aun tenía cosas por hacer.
—Gracias por eso, literalmente me acabas de quitar un dolor de cabeza.—Reímos y yo la atraje para besarla.

—¿Me acompañas a un lugar? Le pregunté. Vi la duda en sus ojos.
—Claro.—Susurró.
La monté en mi caballo y yo tras ella, la apreté más a mi.
Llegamos a la poza de los suspiro y ella está embobada.
—¿Qué hacemos aquí?—Preguntó ella 
—Tengo que decir algo, no me interrumpas.—Le dije mirándola a los ojos. Ella asintió.—Me estoy enamorando de ti, en el sentido literal de la palabra, lo interesante es que deseo que suceda, quiero formar parte de tu vida, de tu día a día, de tu familia, de ti, quiero quererte, idearte, soñarte, amarte. Se que son muy pocos días, pero sufriré cada segundo, cada minuto, por que para mi es demasiado porque quiero tenerte a cada segundo... y te pido que me dejes amarte.—Bárbara me mira con los ojos encharcados en lagrimas y asiente con la cabeza y se lanza a donde estoy yo para besarme.


Bárbara desabrocha los botones de mi camisa y yo hago lo mismo con la de ella, una vez que estamos sin camisa ella se baja los pantalones y me deja ver sus maravillosas piernas yo hago lo mismo me quito los pantalones y estamos en ropa interior, bueno no por mucho. 



Después de haberlo hecho en la poza y fuera de ella tuvimos que regresar, pero algo había cambiado en mi, mi corazón ya tenía una dueña Bárbara Guaimarán. Vi como se alejaba rumbo ''La Barquereña'' . Al entrar en casa escucho desde la cocina la conversaciones de los tres mosqueteros.
—A mi me gusta Bárbara, digo si puede aguantar a Santos ¡Bienvenida a la familia!—Dijo Gonzalo.
—Si, se nota que es una gran persona...—Dijo Felix—Espero que Santos la valore.
—Esto será como guerra de titanes. Porque se dice en el pueblo que Barbarita tiene su carácter y se convierte en Doña.
—Doña Bárbara.—Dijo Gonzalo en son de burla. Y a mi casi se me sale una carcajada. 
Los dejo hablar sobre Bárbara y sobre mi durante cinco minutos.
—Enserio, Santos debería casarse con ella...—Dijo Antonio—¿Qué espera? ¿Qué el profesor Asdrubal se la quite?—Dijo con desprecio. Casi rompo algo cuando menciono el nombre de ese tipo en mi casa.
—¿Y eso?—Pregunta mi hermano.
—Mira que son cotillas, hablando de mi vida amorosa.—Digo ya apareciendo. 
—Bueno ya que no tenemos, hay que hablar de los que tienen ¿O me equivoco?—Dice Felix.
—Oye, despedir a Bárbara te tomo ¿Dos horas?—Preguntó riendo Gonzalo.
—No sabia que afuera estuviera lloviendo.—Dice de igual manera Antonio
—¿Por qué no mejor se callan?—Dije.
Los tres estallaron en risa.
—Lo de esta noche, se repite.—Dijo Felix.
—Pero sin ''Secreto de Amor'''—Dije riendo.
—Santos, le quitas la diversión.—Grita Antonio riendo.
—Eres secreto de amor ¡SECRETO!—Cantó Gonzalo.
Los cuatro reímos a mandíbula batiente.
Siento una vibración en el teléfono, salgo por la puerta trasera de la cocina, en mi teléfono se ilumina el nombre de mi padre. Contesto.
—¿¡Qué coño has echo, Santos!?—Grita y yo me tengo que despegar el teléfono para evitar quedar sordo.
—Reclamo lo que es mío.—Respondo con calma. Cosa que no estoy en absoluto.
—Santos, últimamente te comportas como un crío.  Tu y tu hermano acabaran con mi vida, y Gonzalo es otro cantar...—Lo comprendo, Gonzalo y yo somos como hermanos inseparables, cuando sus padres murieron vivió con mi familia todo ese tiempo mi padre lo adora.—Que sepan que su madre está muy preocupada por ustedes, una llamada se agradece, ''Mamá estamos muy bien, adiós''.
—Pídele perdón de nuestra parte.—Le digo sintiéndome culpable por no haber llamado.
—De acuerdo.—Gruñe y cuelga.
—Adiós, pá.—Le digo al auricular, aunque soy consciente de que no me escuchará.

Tres horas después y ocho botellas de tequila después...
Estábamos echo mierda, mi visión era borrosa, no sentía mis dientes por tanto alcohol ingerido, esta vez no hubo ''Secreto De Amor'' Peor, fueron muchas canciones de Luis Miguel.
Recuerdo que al sonar la famosa canción de la Bikina, todos la cantamos. Me duele la cabeza y no soy capaz de articular más de tres palabras bien pronunciadas...

Me despierto desubicado y no solo hay una persona en mi cama sino tres. ¡MIERDA!

Gonzalo esta a mi lado izquierdo, solo con unos pantalones, a mi lado derecho está mi hermano solo con sus calzoncillos y a su lado está Antonio con los pantalones. Veo bajo las sabanas y veo que estoy igual que Felix, raro no recuerdo habérmelos quitado. ¿Qué paso anoche? ¿Por que estos están en mi cama? 
Como me duele tanto la cabeza los dejo dormir conmigo, me pongo tenso al sentir como el brazo de mi hermano va subiendo por mi cintura hasta tomarla posesivamente. ¡Ay, Dios!
—Felix.—Susurró con voz ronca por tanto gritar las canciones ayer. Solo consigo que gruña y se de la vuelta y tome a Antonio, me muerdo el labio para no reír, pero la dicha no me dura tanto porque Gonzalo hace lo mismo que Felix había hecho anteriormente pero con la diferencia de que este le incluyó la pierna. Maldición.

Me despiertan unos toques leve en la puerta, estamos cada cual en la mismas posiciones.
La cabeza de Bárbara se asoma por la puerta y rápidamente la saca y luego escucho su risa desde que afuera, me sonrojo. Me levanto de un salto y no me importa estar en ropa interior, salgo y la encuentro en la pared riendo.
—No sabia que era de esos tipos, Luzardo.—Dijo tratando de no volver a reír.
—Olvida lo que vistes.—Se lo suplico.
—Estas loco, serás el objetivo de mis burlas.—Dijo sonriendo arrogante.
—¿Qué haces aquí?—Dije acercándome a ella.
—Casilda me dio pase libre para que subiera aquí arriba a despertarlos. Por cierto ¿Debo estar celosa de Gonzalo?—Preguntó riendo nuevamente. 
—Ja, ja. Graciosa.—La tomé de la cintura y la besé ella me recibió con gusto. Jaló mi cabello, cosa que amaba. Pero joder ¿Qué no amaba de ella? 



—Si, no puedo estar celosa—Murmuró sin aire.
Le doy un azote que la hace brincar, y a mi reír. 
—Oye.—Se queja y se pasa la mano para sobarse pero yo soy más rápido y le aparto la mano para hacerlo yo mismo.
—No tienes que estar celosa, y mucho menos de Gonzalo.—Rió.
—Pero que dices, soy un buen partido.—Dice la voz de Gonzalo a mis espalda, que nos mira divertido. Bárbara ríe y con ella él. Yo los miro con la boca abierta, Dios mío estos serán en dos días lo mejores amigos y acabaran con mi vida. 
—Bueno, tengo que volver.—Dijo Bárbara despidiéndose de Gonzalo. No se me pasa por alto de que voy medio desnudo por la casa, Bárbara estaba caminando hacia la entrada hasta que se detiene y entra en mi despacho, cierra la puerta tras de ella. ¿Qué?
Cuando abro la puerta la veo sentada en mi escritorio con las piernas ligeramente abiertas y la cabeza inclinada. 
—¿Me dices que no debo estar celosa, pero te pasas por toda la casa medio desnudo?—Pregunta desabrochando los botones de su camisa.—Yo soy una persona que cuida lo que es suyo...
—¿Y yo soy tuyo?—Pregunto con la voz ronca, pero de deseo.
—Solo mío.—Susurra y se quita la camisa lanzandola al suelo. Me hace señas para que me acerque con un dedo, no tiene que decirlo dos veces, en menos de dos minutos estoy entre sus piernas.
—Solo tuyo.—Susurro y la beso, tomo su cintura con una mano mientras que con la otra le tomo de su cabello, busco la manera de quitarle el pantalón sin despegar sus labios de los mío cuando lo logro estamos de igual manera, en ropa interior y excitados. Le quito el sujetador y tapo su desnudez con mi cuerpo, entro en ella que me recibe gustoso, amo como nuestros cuerpos encajan.
—Eres mía.—Le digo mientras me muevo dentro de ella.


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Bárbara me obliga a ponerme pantalón y camisa, y yo encantado de complacerla lo hago, vamos juntos al pueblo, tiene que hacer más papeleos de la hacienda, ruego a Dios para no encontrarnos con cierto profesor...

Una hora después salíamos de la jefatura Bárbara ya era la dueña de la Barquereña, el Miedo ahora así se llama. 

La beso delicadamente en una esquina, ella cruza los brazos alrededor de mi cuello. Cuando íbamos a profundizar el beso se escuchó a alguien tosiendo disimuladamente. 
—Bárbara necesito hablar contigo.—La voz de Asdrubal me puso alerta. Esperé a que ella lo rechazara pero en vez de eso, asintió y fue con él sumisa. 
Aprieto los dientes tanto que juro escuchar como rechinan ¿Qué quiere ese tipo con mi mujer? 

Pasan diez minutos y me recuesto en la pared, Bárbara viene caminando hacia mi, con el ceño fruncido, feliz no esta. 
—Nos vamos.—Dice.
Asiento, ahora el sumiso soy yo. 
Cuando estamos en el carro ya no aguanto más y le pregunto.
—¿Qué quería ese tipo?
—Joder.—Masculla.—Quería amablemente recordarme que estuve comprometida con el, y que es poco imposible de que tu cumplas tus deberes como hombre en la cama.—Dijo con la mirada perdida en la ventana.
—¿¡Qué!?—Golpeo el volante y piso el freno cosa que hace que ella de un pequeño brinco del susto.—Ese infeliz como si quiera se atreve a decir semejante estupidez.—Ahora estoy molesto, no eso no lo que sigue. 
—Amor, no hay que hacerle caso, es obvio que esta celoso..., el esperaba que yo estuviera en cama todavía llorando la perdida, pero no es así. Está molesto porque yo encontré el amor antes que él.—Susurró esa última frase.
ME.AMA. 
Retomo el camino, mi enojo se fue y Bárbara esta más relajada con su insistencia la dejé en el Miedo, pero me prometió que iría mañana temprano a Altamira.


Cuando llego a casa me encuentro con la cara de circunstancia de mi hermano, y eso me alerta. Por primera vez aquellos tres están serios. 
—Hay alguien que te espera en el despacho.—Dice con la voz llena de angustia.

1 comentario:

  1. MADRE MIA, MADRE MIA, GUSTARME ES POCO, DIOSSS K PAR DE DOS K SIN QUERER SE DICEN TODO CON LA MIRADA, LOS AMO, LOS AMO, K PASION, K BESOS, K CELOS DE AMBOS, K DESENFRENO, SIN COMENTARIOS PARA AMBOS JEJEJE ME ENCANTAN Y EL CUATRIO: SANTOS, FELIX, GONZALO Y ANTONIO, SUBLIME LO K ME RIO CON ELLOS SOBRE TODO CON EL LUZARDO MAYOR Y EL ZULUAGA ESPERO MAS ESCENAS DE ELLOS K YA HASTA QUIEREN CASAR AL SANTON, NO ME GUSTA NADA QUE VENGA CECILIA QUE ME VA A COIVIR AL SANTON ROMANTICON Y ME ENCANTAAAAA SOBRE TODO CUANDO ESTA CON MI DB POR TODOS SITIOS Y EL ASDRUBAL INTRAGABLE, K ASUMA SU DERROTA DE UNA VEZ, LEÑES. PERFECTO TODO ME ENCANTO PERO ME GUSTARIA QUE SANTOS FUERA UN POCO MENOS FRIO CON SUS PADRES.

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