jueves, 21 de enero de 2016

Capítulo 14. ''Hermanos Luzardo''



Félix Luzardo:


Hablo en serio, Félix. Largo de aquí.-Me repite en murmullo la exasperante mujer que tengo al lado.
Mira, si no te gusta que esté aquí, pues vete al sofá.-Digo ocultando una sonrisa. Sofía abre los ojos como plato. Gruñe y se da la vuelta.
¡PUES BIEN! 
Me doy la vuelta haciendo caso omiso a la enorme erección que tengo a causa de su chándal blanco trasparente.
Aún sigo enojado y quiero más pelea.
–Hoy te comportase como una cría. –Le recrimino.
– ¿A qué viene eso? Que yo sepa no te debo explicaciones. Aprieto los dientes con fuerza, ésta mujer va a matarme.
–No te hagas la loca y trates de evitar el tema. Responde. ¿Tratabas de darme celos, no es así? –Digo sintiendo. Sofí se da vuelta y puedo ver esos hermosos ojos que me tienen loco desde que la vi.
–Cretino, ¿Crees que me pueda rebajar tan bajo por alguien como tú?
¿Pero qué carajos le pasa a esta niña? ¿De verdad cree que soy ''caer bajo''? Hola, soy Félix el sueño de cada mujer.
–Pretty Woman, te apuesto Altamira toda que ahora mismo estás pensando en mi desnudo. Noto como sus mejillas se tiñen de rojo y es la cosa más hermosa del mundo.
– ¿Cómo puedes ser tan fiado de ti?–Me gruñe.
– ¿Niegas que estoy guapo?–Frunzo el ceño.
–No voy a subirte el ego, James Bond.

–Si te sirve de consuelo para mi tú eres muy bella.–Digo dándome la vuelta.
Cierro los ojos y nos invade el silencio. Escucho el sonido de su respiración, sigue despierta.
–Idiota y todo eres muy guapo. –Dice después de un rato.
No respondo pero sonrió. ¿Cuánto años tengo 15? Después de un rato que pienso que está dormida me volteo y ahí esta ella despierta mirando a la nada. El haber escalada esa maldita ventana fue la mejor idea que he tenido. Sofía arruga la cara y suelta un estornudo muy gracioso.
–Maldita sea.
–Sofía, controla la puta boca.
–Llevo mucho rato estornudando, idiota.
– ¿Por qué?–Pregunto extrañado. Ella rueda los ojos incrédula.
–No sé, tal vez se deba a que alguien me empujó hoy a la piscina y me tocó devolverme con la ropa mojada. Quizás se deba a eso. –Dice con sarcasmo.
–Quizás.
Oh, la tirada en la piscina... Realmente no sé porque lo hice. Solo sé que tenía unas enormes ganas de besarla y ella no paraba de ser una cabeza dura.
–Pues iremos temprano a comprar medicina. –Digo firme.
–Es lo mínimo que puedes hacer.
– ¿Es una cita?–Pregunto riendo
—Es lo más alejado a una cita. —Rueda los ojos.
No sé cuánto tiempo pasa, siento los parpados pesados y poco a poco voy cayendo en un sueño profundo.



Despierto un poco desorientado, miro a mi alrededor pero no reconozco nada. Entonces la veo, estoy abrazado a una pequeña mujer, Sofía.
Increíble, desde hace mucho tiempo no había dormido con una mujer en la misma cama sin antes… Bueno, supongo que Sofía no es como las demás. ¿Pero qué digo? Es obvio que Sofía no es como ninguna de las mujeres que he conocido. Ella es única.
Estoy abrazado a ella, aprieto el agarre de mis brazos alrededor de su cintura para sentirla más cerca. Ella suspira bajito. Aparto el cabello de su cara y es lo más hermoso que he visto. Sus largas pestañas descansan en sus mejillas rosadas, sus labios gruesos y rosados apetecibles todo el tiempo y esa nariz pequeña y llena de pecas, sonrío lleno de ternura.

Veo como poco a poco sus ojos se abren y se adaptan a la luz, cuando me ve se sonroja aún más y sus ojos brillan con reconocimiento, sonrío y ella me devuelve la sonrisa. Es tan adorable.
—Hola. —Le digo sonriendo aún más.
—Buenos días, idiota. —Saluda ella, oculto mis ganas de reír. Esto es lo que me encanta de ella, sus cambios de humor tan drásticos, un minuto está encantada de la vida sonriendo y al otro está rodando los ojos e insultándote.
—Soy un idiota encantador. —Digo haciendo que ella ruede los ojos y sonría. — ¿Cómo amaneces, Bati-Chica?
—Con calor, ¿Serias tan amable de quitárteme de encima? Tú cuerpo es tan…—Pero se calla al instante. Já.
—¿Mi cuerpo es caliente? —Digo al tiempo que me tiro encima de ella, sus mejillas se tiñen de rojo.
—No lo decía de esa forma. —Dice en apenas un susurro.
—Iré a bañarme ¿Quieres acompañarme? —Sonrío al tiempo que abre como plato sus ojos y se sonroja aún más—Te vez tan hermosa cuando te sonroja. —Rueda los ojos.
—No quiero acompañarte pero si no te molesta iré yo primero. —Dice tratando de pasar por debajo de mi cuerpo, se lo permito, soy un chico bueno.
—Yo solo lo decía, hay que ahorrar agua ¿Sabes?

Como respuesta consigo un gruñido y un azote de puerta.
Miro la hora, 10:00 am. Joder, nunca había dormido tan bien.  Diez minutos después Sofía sale corriendo del baño tan rápido que no me permite desfrutar de la vista de ella en toalla.
Salgo disparado para el baño, joder que bien se siente. Lavo todo mi cuerpo dándome mi tiempo.
Salgo y sonrió con malicia, camino por el cuarto desnudo pero no hay rastro de Sofía, escucho un estornudo proveniente el cuarto-closet, y sé que AÚN se está vistiendo, mujeres.
Me visto al tiempo que Sofía sale del pequeño cuarto completamente vestida y peinada.
Una falda que le llega más arriba de las rodillas negras, una blusa con un escote de muerte y unas botas de tacón… Mierda.
Me acomodo la erección sin importar que me vea, esta mujer me va a matar. 
—Si no te importa, hoy iremos a comprar algo para esa gripe. —Le digo como excusa.
—Está bien. —Contesta regalándome una pequeña sonrisa.
—Pero antes iremos primero a Altamira para cambiarme.
Asiente con la cabeza, abro la puerta del cuarto y salimos por el pasillo encontrándonos con un Santos a medio vestir.
—Hermano. —Lo saludo como si nada. Pero entonces caigo en cuenta al ver las caras rojas de Santos y Sofía.
Félix no te rías, Félix no te rías…
Disimulo una carcajada en una tos realmente falsa.
—Buen día, Santos. —Dice Sofía cuando ya casi se le pasa el sonrojo—Veo que tuviste una buena noche. —Dice señalando un chupón que tenía mi hermanito en las clavículas.
Esa es mi chica.



Santos rueda los ojos y gruñe negando la cabeza. Ya sé lo que tiene que estar pensando.
Alguna barbaridad sobre mi hermoso sentido del humor junto con el de Sofía.
—¿Qué tal, Sofía? —Sonríe con malicia. Oh-oh ahora me espero lo peor—Yo sí, y una muy buena y movida. ¿Qué hay de ustedes? Digo… Porque no se escuchó nada…—Dice irónico. Hijo de su puto padre (Mi mamá es una santa, a ella no la meto en esto) Ese cretino me dio donde sabe que más me duele.
—No queríamos despertar a Beatriz. Nosotros respetamos. —Tenga hijo.
Santos soltó una gran carcajada para molestia de Sof y mía.
—Ajá, primero se lo creen ustedes antes que yo. Con su permiso. —Dice entrando a una habitación que supongo ahora que es la de Bárbara.
Cuando salimos nos encontramos con la pequeña mujer que reconozco como Eustaquia, quien al vernos se sorprende bastante.
—¡Buen día, mujer de mi vida! —Grita Sofía al acercarse a ella y darle un beso en la mejilla.
—Sofía, hija ¿Cómo amaneces? —Le pregunta ella con amor.
—Con calor. —Dice viéndome con una sonrisa sarcástica.
—Señor Luzardo ¿Qué tal? —Pregunta la pequeña mujer.
—Vaya, hace ya bastante rato que nadie me llamaba así. Dígame Félix eso de señor se lo dejo a mi padre.
—Está bien, muchacho. ¿Se queda a desayunar?
—Sí, por favor.



La pequeña mujer se va dejándonos a Sofía y a mí en silencio.
—Santo es un tonto. —Digo bufando.
—Creo que viene de familia. —Dice viéndome con burla.
—Touché. —Digo sonriendo.
Eustaquia nos llama a la mesa, y vamos en silencio. Dos minutos después escucho unos pasos acercándose.
—¡Creo que hoy se acaba el mundo! Sofía Maxwell por primera vez en la vida se levanta antes que yo! —Dice Beatriz entrando al comedor. Al verme palidece y frunce el ceño.
Gonzalo es un idiota si no va tras de ella. Es hermosa de verdad, con sentido del humor y a legua se nota que tiene carácter.
—Félix. —Me regala una sonrisa, luego ve a la futura madre de mis hijos y con los dientes apretados dice—Sof.

La pequeña mujer (Eustaquia) le sirve el desayuno. Los tres nos concentramos en nuestros platos cuando escuchamos unos pasos apresurados hasta nosotros.
Bárbara nos sonrío, venía solo con la camisa de mi hermano y con un sonrojo.
     ¡Hombre, cuñado! —Dice sonriendo, Santos que viene detrás de ella con el ceño fruncido le gruñe. —Quería verlo con mis propios ojos. —Dice sonriendo


Santos rueda los ojos y la carga encima de su hombro. Bárbara no se inmuta pero si me dedica una sonrisa pícara.
Los tres rompemos a reír.
¿Quién diría que mi hermanito sería tan posesivo? ¿Y Ese Santos de hace unos meses? 
¡NO LO QUIERO DE VUELTA!
Este es mucho mejor, más relajado, más simpático.
Y eso se lo debo a una sola persona, ese taponcito de 1.60
Beatriz se despide de nosotros excusándose con algo de tener que ir al pueblo.
Sofía y yo nos encaminamos a la camioneta y tomamos rumbo a Altamira. Sofía pone música ya que ninguno de los dos hablábamos. Simone, sonaba en el estéreo. Rayos, años que no escuchaba esas canciones.
Me hace recordar mi infancia, cuando papá escuchaba ese tipo de canciones los domingos en la noche; Cuando éramos felices, cuando éramos una familia unida. O por lo menos cuando disimulábamos que éramos una. 
Sofía iba sumergida en sus pensamientos con la vista perdida en la ventana, tenía deseo de besarla, pero no podía.
Cuando llegamos, se negó a bajar. Entré corriendo a la casa para cambiarme. Me puse unos jeans negros y una camisa igual negra de los Guns n’ rose.  La puerta de mi cuarto se abre dando paso a Gonzalo que venía con una sonrisa maliciosa.


—Felipe, ¿Se puede saber dónde pasaste la noche? —Preguntó tirándose a mi cama. Odiaba cuando me llamaba así.
—Por ahí… Ya sabes. —Contesté con desdén.
—Lo que sé es que ahí afuera está una camioneta y en esa camioneta está una Sofía muy asustada y una Asunción muy emocionada. —Tan pronto como dijo eso salí disparado para afuera.
Mamá estaba al lado de Sofía dando pequeños saltos emocionados.
—Mamá, Sofía y yo vamos al pueblo a comprar medicina. Ya que mi pequeña broma ocasionó que a la pobre le diera gripe. —Le expliqué dándole una mirada de ‘’No te metas’’
Su mirada decayó un poco pero aún había una chispa de esperanza en esos ojos que tanto amo.
Sofía estaba roja como un tomate y me miraba suplicante.
—Mamá, nos vamos. —Le doy un beso y me voy antes de escuchar sus quejas. Sofía se despide y se monta en el auto aún en silencio. —¿Qué te dijo? —Pregunté.


—¿Se van a casar? ¿Cuándo me darán nietos? ¿Hablaran con Bárbara y Santos para que su boda sea doble?
Traté, de verdad con todas mis fuerzas traté pero no pude detener la carcajada que brotó de mis labios. Sofía me veía como si estuviera loco, pero luego me siguió.
Mi madre era un caso.
Llegamos al pueblo y fuimos directamente a la farmacia, le compré unas cuantas pastillas y le obligué a que se tomara una con un jugo que obviamente le compré.
Caminamos por el pueblo hablando de cosas sin importancia, datos curiosos y eso.
Por primera vez llevábamos una conversación como gente adulta, sin bromas, sin insultos.
No Pretty Woman ni James Bond, solo Sofía y Félix.
¿Cuánto durará esa normalidad?
Ya sabía varias cosas de ella, por ejemplo:
Es alérgica a la nuez.
Es modelo.
Su color favorito es el verde.
Le encanta leer.
Su película favorita es Mamma Mía.
Se sabe muchas canciones viejas.
Tenemos tantas cosas en común.
Eso de que sea modelo no me gusta mucho, pero no dije nada.
Entramos en una librería.
Los dos dábamos vueltas por la sección de novela romántica, sonreí al ver un libro y lo alcé para que lo viera ‘’Tenías que ser tú’’  Sofía rió mientras que cogía uno y me lo enseñaba ‘’Coqueteando con el peligro’’ Miré alrededor con una sonrisa pícara y le mostré dos títulos ‘’Amante Eterno’’ Sofía puso los ojos en blanco y le mostré ‘’Si te atreves’’ Sofía empezó a reír mientras alzaba otro título ‘’Cázame si puedes’’ Empecé a reír, Sofía fue atender una llamada y sin que se diera cuenta pagué por todos los libros. Salí de la librería y me recosté de la camioneta mientras abría uno de los libros ‘’Amante y enemigo’’ Sofía salió de la librería y al verme rodó los ojos.


—Veo que sabes reír, Pretty Woman. —Le digo para molestarla. Rueda los ojos y me saca el dedo medio. No había nadie en la calle.
—¿Piensas leerlos todos? —Preguntó mientras se acercaba a mí.
—Algunos, estoy buscando una compañera de lectura…, si te interesa.
Me acercó a ella, es demasiada tentación. Sofía va a matarme. Mis manos se dirigen a su cintura y la pego a mí, ella no se resiste, bien. Miro sus ojos y me pierdo en ellos, saco mí lengua y recorro sus labios luego dejo un pequeño mordisco, Sofía rodea mi cuello con sus brazos entonces la beso. Nos movemos al compás, su lengua y la mía se encuentras. Siento una chispa en mi cuerpo, una corriente que nunca había sentido. Entonces caigo en cuenta de algo, Sofía va hacer mi perdición, esta mujer me va a volver loco.



Santos Luzardo:


Beso su cuello y sus labios callando sus jadeos con los míos; ella clava sus uñas en mi espalda, cosa que me ínsita más en devorarla. Beso sus pechos y me llevo uno de sus pezones erecto a la boca, Bárbara jadea mientras jala mi cabello, empieza a gemir más alto. Continúo mi recorrido y bajo, beso su ombligo, abro sus piernas y observo la maravillosa vista que me ofrece su sexo al descubierto, paso mi lengua por ese lugar tan sensible haciendo que Bárbara grite. Saboreo su sabor, Bárbara se restriega en la cama, mientras que se muerde el labio, una mano la tiene en mi cabeza y la otra en puño con la sabana, mis manos sujetan las piernas de Bárbara.
—Santos, no juegues. —Gime. —Te necesita ahora. —Grita.
—¿Cómo me quieres? —Le pregunto con burla.
—Dentro de mí, ahora. —Gruñe.
Sus deseos son mis órdenes mi reina.
Sin que se lo espere entro en su interior haciendo que grite, rodea mi cadera con sus piernas haciéndome más fácil el acceso a su interior. Beso sus labios haciendo que pruebe su sabor.
—¡Dios! —Gritó.
—Dios, no. Santos. —Digo mientras seguía con mis embestidas.
—San…Santos. —Gime.


—Espérame. No te corras, joder. —Le gruño. Sigo con más fuerza, más rápido, nuestro su sudor se unen. —A la cuenta de tres—Digo cuando ya no podía más. —1…, 2…, 3 ¡Ahora, nena! —Grito a la vez que acabo dentro de ella y Bárbara gemía más fuerte.
Caigo sobre su cuerpo cansado, entierro mi cara en sus pechos. Unos minutos cuando casi puedo respirar con normalidad hago que cambiemos de posiciones, ella arriba de mi pecho descansando y yo abajo acariciando su espalda y su cabello.
Bárbara levanta la cabeza y me ve con esos ojos azules que me ven llenos de alegría.
—Hola. —Susurro.
—Hola, guapo. —Me besa.
—¿Estás bien? —Preguntó preocupado.
—Excelente.
Entonces recuerdo, hoy es 22. ¡22 de Enero! Hoy hace un mes que Bárbara y yo nos conocimos en aquel bar.
—Amor, hoy es 22. —Digo. Bárbara frunce el ceño por un momento hasta que cae en cuenta.
—¡Hoy hace un mes! —Dice con entusiasmo.
—¿Qué quieres hacer? —Le pregunto sonriendo.
— ¿Qué tiene de malo lo que hacemos justo ahora? —Pregunta mordiendo mi labio.
—Nada… absolutamente nada. Solo pensaba ¿Tú, yo un picnic en la poza? No lo pienses, vamos. —Digo mientras que masajeo su trasero.
—Acepto, doctor. —Mi corazón se para mientras que la analizo. Bárbara rueda los ojos y sé que ese acepto no tiene nada que ver con mi pregunta.

Vamos cogidos de la mano al baño y tomamos una ducha. Tomo un jabón rosa y se lo paso delicadamente por el cuerpo. Limpio cada parte de su cuerpo con amor y ternura. 
Bárbara me quita el jabón de las manos y me empieza a lavar. Sus manos recorren mi cuerpo haciendo que me estremezca por sus caricias, esto es el paraíso. 
Me pega de los azulejos del baño y me besa, baja a mi cuello y con su lengua llega al chupón que ella misma hizo





 Baja más llegando a mi erección y la acaricia con su mano, un gemido sale de mis labios.
Joder. —Gruño cuando se lo lleva a su boca.
Pego la cabeza a la pared húmeda del baño mientras cierro los ojos disfrutando de la sensación. Bárbara utiliza su boca y sus manos.
Dios. —Gimo.
Dios, no. Bárbara. —Dice con burla.
Sus constantes caricias hacen que me restriegue por toda la pared. Mis rodillas empiezan a temblar y todo yo me tenso al momento en que me corro en su boca.
Jadeo descontrolado, Bárbara levanta sus ojos azules a mi dirección y me ve con un ligero sonrojo. Tomo su rostro en mis manos y la beso.
Te amo. —Digo en un susurro.
Lo sé. —Me besa las mejillas.
La tomo fuerte del cabello y la giro.
Las manos en la pared. —Ordeno.
Bárbara lo hace sin chistar, tomo su cabello y lo enredo en mi muñeca a la vez que entro en su interior.
Bárbara suelta un pequeño grito sorprendida. Con movimientos secos me muevo en su interior, amos gemimos enloquecidos. Tiro de su cabello y Bárbara alza la cabeza, me apodero de sus labios. Con mi otra mano libre rodeo su cadera y la pego más a mí.
¡Santos! —Grita. Vuelvo a besar sus labios. Suelto su cabello y mis dos manos se apoderan de cada lado de sus caderas para aumentar el ritmo.
Uno, diez, quince, veinte estocadas más cuando los dos gritamos cuando encontramos la liberación.
Pegó mi frente de su espalda y abro el grifo sin despegarnos, el agua cae sobre nuestros cuerpos refrescándonos. Bárbara se remueve haciendo que salga de su interior, se voltea y me da un suave beso.
Salimos para vestirnos, cuando estamos listos nos dirigimos al comedor, Eustaquia ya estaba allí hablando con una joven que me imagino que sería una empleada, cuando nos ve la despide.
¡Parejita, hasta que se les ve la cara! —Dice alegremente. Me sonrojo un poco. —¿Van a desayunar? Hace rato se fue su hermano con Sofía, doctor. Y Beatriz se fue antes que ellos para el pueblo. —Nos informa.
Sonrío al imaginarme a mi hermano y  Sofía solos, ya sabía yo que esos estaban locos el uno por el otro. Ahora lo que falta es que mi hermano no lo vaya a arruinar.



—Gracias, Eustaquia. Pero hoy comeremos fuera. ¿Será que tienes una canasta de picnic?—Pregunto sonriendo. 
—Claro que si, muchacho. Ya mismo se la preparo.—Dice sonriendo.

Eustaquia sale del comedor y empieza a rebuscar una que otra cosa. Bárbara me ve con una sonrisa en el rostro. Amo saber que soy yo quien pone esa sonrisa ahí.
—Hoy te vez hermosa.—Digo sonriendo. Ella rueda los ojos con sonrojo y dice haciendo que ría.
—Tienes que dejar de arrancarme las bragas.
—Jamás.
—Santos, me voy a quedar sin ellas.—Dice rodando los ojos. 
—Te compro más.—Sonrío con diversión. 
—Ese no es el caso, Luzardo. 
Sonrío para mis adentros, amo romper sus bragas. 

Eustaquia trae una canasta y nos despide. Vamos a la camioneta y tomamos camino a la poza. Nuestro lugar. 


Una vez ahí Bárbara pone una manta mientras que yo saco las cosas. 
Agua, unos sándwich, vino, queso, ensalada, frutas y chocolate liquido. 
Levanto una ceja en dirección a Barbara que al ver lo que tengo en las manos ríe mientras niega con la cabeza.

Ambos empezamos a comer mientras hablábamos de cualquier cosa, escuchar reír a Barbara es la mejor melodía.



Cuando terminamos de comer Bárbara se tira encima de mi sin previo aviso, jadeo sorprendido. Tomo su cara entre mis manos mientras disfruto del beso. Un beso lleno de amor y ternura pero también con una pasión tan grande. Nos separamos para tomar aire. 

Bárbara se levanta y se quita lentamente la camisa menea las caderas y se baja el pantalón. 
Me da una buena vista, sus grandes pechos con un sujetador rojo al igual que sus bragas, encaje. Después pregunta porque las rompo. 
Bárbara se acerca a mi y toma mi mano y la pone en la tira de su diminuta braga. 
Ahh, ahora quiere que la rompa. Pues hagamoslo. 
Cuando la rompo siento el pequeño pedazo de tela en mis manos; Se quita el sujetador y lo lanza a mi lado. Luego se da la vuelta y entra en la posa. 

Me levanto de un salto y me quito la camisa y el pantalón con cierto desespero.




Voy hasta ella y la tomo en volandas haciendo que ría.




Salimos jadeando del agua por el primer asalto, Bárbara se tapa con mi camisa y yo con una manta. 
Y hablamos un poco sobre nuestras cosas. 
(Si, no es nada más sexo)

Quedamos en silencio, pienso en la sorpresa que muy pronto le daré. No estoy seguro como reaccione, estoy nervioso como en mi vida. 
Es como la una de la tarde y el sol está en su punto. Pero ninguno de los dos nos quejamos. 
El sonido de un celular interrumpe nuestro silencio. Bárbara se levanta y coge su celular. 

—¿Bueno?—Contesta. Quien esté del otro lado de la línea le dijo algo que no le gustó porque frunció el ceño.—Estoy ocu...—Se cayó y alzó una ceja luego la otra. Está pensando.—Joder.—Gruñe. —Está bien.—Suspira con pesadez y cuelga. La miro fijo a los ojos pero ella me aparta la mirada. 

—¿Qué pasa?—Le pregunto con calma. 
—Es mi padre...—Dice y se muerde el labio. Viene hasta mi cuando le tiendo la mano y se sienta encima mío.—Está en la capital y se ha dejado unos papeles. No confía en que nadie sea capaz de llevárselos así que tengo que ir yo.—Me tenso. 

¿Va a ir a la capital? ¿Sin mi? Maldita sea. 

—Tengo que irme en dos horas. Solo será por hoy.—Me dice antes que yo forme un escándalo.
—Pero...—Ciertamente no sé que decir.
—Amor, trata de comprender.


—No quiero—Digo como niño chiquito. 
No nos hemos separado desde que empezamos. Sé que estoy siendo irracional. Que podré aguantar pero es que... 
No es que desconfíe, sé que Bárbara no es como esas mujeres. Pero no me la imagino sola en la capital llamando la atención de otros hombres. 
Bárbara besa mi cuello llamando mi atención. 
—Veré si puedo venir esta misma noche, a más tardar mañana en la mañana.—Me pasa la lengua por toda la barbilla. La beso con desenfreno, con pasión, con locura. 
Me vuelve loco el echo de que ella estará sin mi en la capital.

Me quita la manta que me cubre y baja lentamente mi erección, gemimos al unisono. 
Chupo sus pezones por encima de mi camisa y ella gime más. El ritmo lo lleva ella, y es lento. Me mata a cada segundo. 



—Necesito que vayas más rápido si no quieres quedar viuda antes de tiempo.—Digo en burla, Bárbara gira la cadera y baja haciendo que grite. Ahora es ella quien me ve con burla.
Incrementa de velocidad creo morir, nos dejamos llevar por el orgasmo en un grito. 


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Llevo a Bárbara al Miedo cada vez más enfadado y triste. Ella me besa la mano, la mejilla, el cuello tratando de calmarme. Pero no puedo, Bárbara se metió bajo mi piel, y no puedo hacer nada para sacarla. 
Cuando llegamos ella corre hasta la casa y yo me quedo en la camioneta. Cuando sale lleva un pequeño bolso de mano que me hace gruñir. 

—Deja de estar enfurruñado. Desde afuera escucho tus gruñidos.—Dice entrando al auto. 


La acompaño a el bongo, Dios si no fuera porque tengo a mi familia en la casa me fuera con ella ahora mismo. 

—Cuídate.—Le digo cuando ya esta casi apunto de montarse.
—Santos, te comportas como si me fuera un mes. Es solo un día.—Dice pasando sus brazos alrededor de mi cuello.—Igual te voy a extrañar mucho.—Dice besándome dulcemente. Tenemos todas las miradas del pueblo. Joder.

—Te amo, taponcete.—Le digo sonriendo.
—Jódete.—Dice rondando los ojos. Y dándose la vuelta para irse. En un rápido movimiento la vuelvo a coger y le doy la vuelta, ahora si le doy un beso de verdad.



La veo partir sintiendo un nudo en mi estomago. Cuando ya no está en mi campo de visión, tomo camino a Altamira.

—¿Te dejó solito, Luzardo?—Dijo una desagradable voz a mis espalda. 
Asdrubal se encontraba bebiendo de una botella de ron y con una sonrisa asquerosa en un rostro. 

—¿Se cansó de ti y ya te dejó, animal?—Dijo riendo. 
Podría fácilmente abrir la puerta de la camioneta e irme PERO no. 
—No, la verdad es que fue a comprar el vestido de novia.—Su sonrisa se borra y la botella que tenía en las manos cae. Con satisfacción entro al auto y bajo la ventana, aún está ahí con su cara de asombro, rabia y vergüenza. Simplemente hermoso.—Hasta luego, animal.—Digo pisando el acelerador. 




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Llego a la casa y solo me encuentro a mi mamá que al verme sonríe. 
—Hola, guapo.—Me abraza—¿Y esa cara? Pensé que estarías con Bárbara.—Luego abre los ojos como plato y me grita—¡Santos Luzardo, si se pelearon quiero que vayas ahora mismo a pedirle perdón! ¡Y con rosas, y serenata!—Grita golpeando mi nuca. Cosa que duele. 
—¡Mamá! No pasó nada, se tuvo que ir de emergencia a la capital.—Digo sobando mi nuca.
—¿Qué le pasó?—Pregunta sentándose e invitándome a mi hacer lo mismo.
—Nada, su padre olvidó unos papeles y ella se los tuvo que llevar.

Hablamos un rato más hasta que Gonzalo baja las escaleras, antes de que pueda saludarlo grita. 

—¡TOC TOC!—Nos sonríe esperando nuestra respuesta. 
—¿Quien es?—Preguntamos mi madre y yo al unisono.
—Intervención vaca.—Dice dejándonos confundidos. 
—¿Intervención vac...?
—¡MUUU!—Nos grita a la cara. Mi madre y yo quedamos perplejos hasta que empezamos a reír. No por el mal chiste si no por la cara que puso Gonzalo.



Recibo a las horas un mensaje de Bárbara diciendo que ya había llegado. 

Félix entra a la casa con una sonrisa de oreja a oreja...Jum. Gonzalo y yo nos vemos por un momento con una sonrisa. 

Félix nos niega con la cabeza aun con la sonrisa. Besa a mamá en la cabeza y sube hasta su cuarto. 

—¿Y ahora este por qué tan feliz?—Nos pregunta mi madre. Gonzalo y yo nos encojemos de hombros. 



Son las seis de la tarde y ya no sé que hacer. Hice todo el trabajo de oficina que tenía, salí ayudar a los peones, me estoy volviendo loco sin ella. Mi teléfono alumbra su pantalla y su nombre aparece en ella. 

—Hola, amor.—Me saluda. Su voz me tranquiliza. 
—Hola, cosa pequeña.—Digo con burla y amor. Bárbara bufa. Y se que estará rodando los ojos.

—Sólo quería decirte que no conseguí vuelo para esta noche, así que a eso de las diez am de mañana estaré por allá.—Escuchar eso me derrumba. 
—Te extraño.—Le digo mientras paso mi mano por mi frente. 
—Lo sé, cariño. Yo igual. Pronto estaré allá y te daré muuchos besos.—Dice haciendo que sonría. 
—Me deberás muchos, Doña.—Digo tomando asiento en la sillas del escritorio. 
—No me gusta deber, así que lo antes posible estaré allá pagandola, Doctor.

Hablamos un rato más, hasta que mi madre me grita que vaya a comer. Nos despedimos y quedamos en vernos mañana.


Extrañaba cenar de esa forma *Notese el sarcasmo* Mi padre callado y mirándome más serio de lo normal, Félix con una sonrisa tonta en el rostro, Gonzalo hablando de cualquiera estupidez y mamá siguiéndole el tema.

Me levanté tan pronto terminé. Y fui hasta porche donde estaba la hamaca y me acuesto ahí.


Pienso en todo lo vivido en este mes, ¿Un mes? Pareciera un año, ahora estoy más seguro que antes de viajar con Bárbara, necesito, necesitamos ese viaje. Lejos de todos. 


Me voy a dormir cuando siento que ya no hay nadie en la casa. 
Entro en mi habitación y después de tanto dar vuelta en la cama me duermo. 

Siento como la cama se hunde, me despierto sobresaltado pero cuando veo quien está ahí sonrío. Mis ojos se van al reloj, la 3:15 am. 
—¿Qué haces aquí?—Es lo primero que me sale.
—Vine a saldar mi cuota de besos, Doctor.—Bárbara se me lanza encima y devora mis labios.

Y solo puedo pensar es en que ésta mujer me va a volver loco.










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Este es para la Perra (B) y la Zorra (F).
Beatriz, Floppi. Gracias a ustedes y sus insistencia. Sin eso nunca hubiera subido.

3 comentarios:

  1. Zorra yo? te mataré maldita puta!
    😂😂😂 me encanto el capítulo! y Bárbara con esa suerte de no quedar embarazada 😂😂😂😂 jajajaja

    Cuando subes otro capítulo? mañana?

    soy tu fan #1

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  2. Me Encanto .. Esperó El Próximo No Tardes Tanto Por Favor Besos

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  3. Esta hermosa la novela ,sube cap pronto

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